Esperar está de moda. Dicho de otra forma, hoy hay que hacer cola para todo, incluso hasta para pagar. Sin embargo, en mi opinión, la cola es medicinal, a pesar de que parece verse como un mal de este siglo pasado y presente.
Hace bien el verse obligado a hacer cola porque te obliga, valga la redundancia, a pararte y a hacer un alto en el camino. Un paréntesis que te hace reflexionar para hacer más llevadera la espera. La reflexión es algo tan necesario, que el hecho de poder hacerla es una bendición que hay que agradecer. Porque la cola se presta a ello, aunque muchos la aprovechan para oír música, hacer crucigramas u otras cosas más superfluas.
La espera, aunque no sea haciendo cola, es un momento agraciado para mirarme y ver que caminos toma mi vida. Saber a donde voy es, no sólo necesario, sino fundamental, porque eso me descubrirá que tengo que llevar y que necesito. Al final, la vida es un viaje en el que hay que saber que equipaje tienes que llevar. Creo recordar que hay una canción, cantada por Nino Bravo, que habla de eso.
Porque el viaje te será más cómodo sabiendo que es lo que necesitas y te sirve, e irás más ligero desechando todo aquello que, ocupando lugar, no sirve para nada. Lo importante será llegar con lo necesario para, una vez allí, vivir gozoso y en plenitud. Por eso, es bueno tener esos momentos de reflexión donde puedas descubrir el rumbo y la trascendencia de tu vida.
Porque sólo importa una cosa: el destino de tu viaje. Saber quien eres, dónde vas y que tienes que presentar alcanzada tu meta. Caminar con otro rumbo y sin la orientación debida es tirar tu vida por la borda.
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