De vez en cuando me doy un paseo por mi pueblo. Me gusta llamarle pueblo, aunque ahora tenga aires y nombre de ciudad. Al decir bastante, ha crecido mucho, tanto en números de habitantes como en estructura urbana, edificios, plazas, rotondas, autovías...etc. Arrecife es una ciudad de, aproximadamente 70 o 80 mil habitantes, más la población flotantes de turistas y visitantes.
Buenos comercios, numerosos colegios, varios institutos de secundaria, supermercados, cafeterías, restaurantes, hoteles, playas, hospitales, puerto y aeropuerto configuran unas características que sobre salen algo de los pueblos para convertirse en ciudad.
Sin embargo, en mi paseo corto, recorrí algunas calles que me trajeron memorias de juventud del que era mi pueblo. Casas y calles antiguas donde todavía existen casas viejas, algunas de las cuales visité con amigos de estudio. En mi paseo descubrí que el tiempo pasa y te haces mayor. ¡Cuántos años atrás subía esta cuesta en un suspiro!
Te invade la nostalgia y experimentas recuerdos que no volverán. Amigos que algunos se han ido y otros apenas salen por impedimentos físicos. Recuerdo de tertulias, de compartir butaca en el cine y de discutir de fútbol y cine. Sin embargo, al final aparece mi amigo inseparable, el Espíritu Santo, y pasando su Mano por mi hombro, me despierta y me anima a seguir.
La vida sigue, no se para. Tu Padre del Cielo te prepara un lugar imposible de imaginar. Donde todos esos recuerdos tendrán su presencia y significado. Supongo e imagino que todo será maravilloso. Y vuelve la esperanza, la alegría, la paz y la satisfacción de saber que mi pueblo es solamente el lugar donde Dios, mi Padre, ha querido que yo viviese esa primera vida que Él me dio para luego retornar a Él, su Ciudad, y vivir eternamente.
¡Gracias Dios mío!
Buenos comercios, numerosos colegios, varios institutos de secundaria, supermercados, cafeterías, restaurantes, hoteles, playas, hospitales, puerto y aeropuerto configuran unas características que sobre salen algo de los pueblos para convertirse en ciudad.
Sin embargo, en mi paseo corto, recorrí algunas calles que me trajeron memorias de juventud del que era mi pueblo. Casas y calles antiguas donde todavía existen casas viejas, algunas de las cuales visité con amigos de estudio. En mi paseo descubrí que el tiempo pasa y te haces mayor. ¡Cuántos años atrás subía esta cuesta en un suspiro!
Te invade la nostalgia y experimentas recuerdos que no volverán. Amigos que algunos se han ido y otros apenas salen por impedimentos físicos. Recuerdo de tertulias, de compartir butaca en el cine y de discutir de fútbol y cine. Sin embargo, al final aparece mi amigo inseparable, el Espíritu Santo, y pasando su Mano por mi hombro, me despierta y me anima a seguir.
La vida sigue, no se para. Tu Padre del Cielo te prepara un lugar imposible de imaginar. Donde todos esos recuerdos tendrán su presencia y significado. Supongo e imagino que todo será maravilloso. Y vuelve la esperanza, la alegría, la paz y la satisfacción de saber que mi pueblo es solamente el lugar donde Dios, mi Padre, ha querido que yo viviese esa primera vida que Él me dio para luego retornar a Él, su Ciudad, y vivir eternamente.
¡Gracias Dios mío!
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