La vida te presenta nuevas oportunidades, pero cuenta y necesita de tu aprobación. A veces la oportunidad te exige esfuerzo y compromiso que muchas veces no se dan ni se ofrecen. Esfuerzo de escucha, de comprensión y misericordia. Pero también de compromiso y firmeza.
Sucede que esa oportunidad te exige renuncia, lucha sin descanso contra la tentación y la oportunidad de probarte a cada instante. Porque cada instante es una batalla de tu vida contra el pecado que trata de arrastrarte a tus propios egoísmos. Y cada instante es un momento de salvación cuando lo vives en la presencia confiada del Padre Dios.
La oportunidad de un nuevo reencuentro despierta recuerdos, nostalgia y una posible compasión que puede traicionarte. Afloran sentimientos y gratos recuerdos, pero también experiencias de errores vividos que tratamos de no repetir. La sabiduría adquirida por la experiencia acumulada tras la vivencia de los errores en el camino nos avisa de que hay que estar muy atento a los pasos dados.
El reencuentro aviva la responsabilidad en la lucha y el esfuerzo de permanecer firme y no acceder a lo cómodo, placentero y aparente felicidad, y a perseverar en el compromiso de tu fe.
Danos, Señor, la capacidad de sostenerme firme en tu Amor y tu Camino, para ser luz y testimonio en todas mis oportunidades y reencuentros. Porque sólo Tú eres la Luz que alumbra el verdadero camino hacia la Verdad y la Vida.
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