A veces ocurre que, sin darnos cuenta, nos encontramos tan a gusto en nuestro ambiente, en nuestro habita particular, en nuestro círculos de amigos y familia que nos olvidamos que fuera hace frío y se pasa hambre. Puede ocurrir que ese sentirnos tan bien sea estrategia del diablo que nos quiere quietos, acomodados y pensando sólo en nosotros y nuestro bienestar.
No quiero molestar ni inquietar a nadie, me hago yo mismo esta reflexión. También me siento muy cómodo en mi casa o en mi ambiente, pero algo me inquieta y me incómoda y me empuja a salir de mí mismo para pensar, hacer y darme por mejorar a los demás.
Tampoco quiero decir que hay que salir e ir a otros lugares, sólo me cuestiono mi abandono a pasarlo bien, sea en mi casa, en mi ambiente de amigos o en mis aficiones y demás sin pensar que mis talentos y mis bienes están para ayudar al bien común y a los que carecen de lo fundamental. Y eso se puede hacer desde casa, desde Internet o también con el ayuno y la oración. Cada cuál sabrá qué y cómo hacerlo.
Amar no es sentirme bien, eso sería mejor amarse, sino experimentar el gozo de darme, aunque duela, por el bien del otro.
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