Hoy es día de Tabor, y decir Tabor es decir esperanza, gozo y alegría a la puerta de la esquina. Es la meta que todo ser viviente humano espera alcanzar. Para muchos está nublado esa vista taboriana, pero otros, de forma privilegiada, los apóstoles Pedro, Santiago y Juan fueron obsequiados con un adelanto de lo que les esperaba al final del camino.
Mirado de otro ángulo, Tabor puede ser también tentación, si nos dejamos llevar por nuestras apetencias mundanas, porque invita a instalarte, a permanecer, Pedro lo exultó de alegría al invitarse a permanecer gozando de extraordinaria vista, a no querer bajar al mundo que espera esa respuesta y proclamación de la eterna felicidad al final del camino de Cruz.
Tabor nos invita a bajar, JESÚS les acompañó en la bajada, y a seguirle hacia el Calvario, porque si ÉL pasó el calvario de la Cruz fue porque era preciso para Resucitar después, pues morir es condición sin ecuanon para luego resucitar, nosotros tenemos que hacer lo mismo para luego resucitar gloriosos como ÉL en, por y con ÉL.
Desde esa mirada, la Cruz se hace aliento en lugar de desaliento; desde esa mirada, la Cruz se hace gozo en lugar de tristeza; desde esa mirada el Camino se hace alegría en lugar de desanimo y cansancio. Porque nos espera todo aquello que nos gusta, que deseamos y esperamos alcanzar.
No tengamos miedo, como nos dijo Juan Pablo II, de bajar de nuestro Tabor propio. Gocemos de su presencia y permanezcamos todo el tiempo que necesitemos para fortalecer nuestra batalla diaria, pero no permanezcamos en el monte, bajemos al campo de batalla, allí donde tenemos que gastar toda la Gracia recibida, luchando con el arma del amor, la paciencia, el compartir, el acompañar, el levantar, el proclamar, el transmitir ese gozo de exultar que el PADRE exclamó: "Este es mi HIJO, mi elegido: "Escuchadle".
Ahora, el camino se hace más llevadero, más ligero, más suave. Sabemos que hay que llevar una cruz, y se hace pesada y gravosa, pero la meta que nos espera nos hace la boca agua. Recordar la maravillosa vista y gozo que nos espera en el Tabor, y ya, sin necesidad de bajar, nos ayuda a ver tan pequeña y poca cosa nuestros sufrimientos, nuestros desánimos, nuestras luchas, que vale la pena decir: "¡SEÑOR, gracias por todo, nadie me apartará de TI, porque TÚ eres la fuente de agua que busco y que me sacia plenamente!"
Mirado de otro ángulo, Tabor puede ser también tentación, si nos dejamos llevar por nuestras apetencias mundanas, porque invita a instalarte, a permanecer, Pedro lo exultó de alegría al invitarse a permanecer gozando de extraordinaria vista, a no querer bajar al mundo que espera esa respuesta y proclamación de la eterna felicidad al final del camino de Cruz.
Tabor nos invita a bajar, JESÚS les acompañó en la bajada, y a seguirle hacia el Calvario, porque si ÉL pasó el calvario de la Cruz fue porque era preciso para Resucitar después, pues morir es condición sin ecuanon para luego resucitar, nosotros tenemos que hacer lo mismo para luego resucitar gloriosos como ÉL en, por y con ÉL.
Desde esa mirada, la Cruz se hace aliento en lugar de desaliento; desde esa mirada, la Cruz se hace gozo en lugar de tristeza; desde esa mirada el Camino se hace alegría en lugar de desanimo y cansancio. Porque nos espera todo aquello que nos gusta, que deseamos y esperamos alcanzar.
No tengamos miedo, como nos dijo Juan Pablo II, de bajar de nuestro Tabor propio. Gocemos de su presencia y permanezcamos todo el tiempo que necesitemos para fortalecer nuestra batalla diaria, pero no permanezcamos en el monte, bajemos al campo de batalla, allí donde tenemos que gastar toda la Gracia recibida, luchando con el arma del amor, la paciencia, el compartir, el acompañar, el levantar, el proclamar, el transmitir ese gozo de exultar que el PADRE exclamó: "Este es mi HIJO, mi elegido: "Escuchadle".
Ahora, el camino se hace más llevadero, más ligero, más suave. Sabemos que hay que llevar una cruz, y se hace pesada y gravosa, pero la meta que nos espera nos hace la boca agua. Recordar la maravillosa vista y gozo que nos espera en el Tabor, y ya, sin necesidad de bajar, nos ayuda a ver tan pequeña y poca cosa nuestros sufrimientos, nuestros desánimos, nuestras luchas, que vale la pena decir: "¡SEÑOR, gracias por todo, nadie me apartará de TI, porque TÚ eres la fuente de agua que busco y que me sacia plenamente!"
Preciosa reflexión, Salvador. En mis momentos de desánimo sentirme infinitamente amada por Dios ha sido mi pequeño oasis en el que beber. Vislumbrar la Gloria es sabernos muy amados por Dios, que vive en nosotros. Y ese "sabernos" amados es la antesala del Amor que disfrutaremos cuando nos encontremos cara a cara con Él. ¡Qué maravilla sólo imaginarlo!.
ResponderEliminarPD. A la vuelta de vacaciones he leido tus comentarios en mi blog... gracias por tus interesantes comentarios. Me ha gustado mucho leerlos. Un abrazo.
Es la gracia de poder compartir y fortalecernos haciéndolo. La fe, nuestra fe, se fortalece dándola y compartiéndola.
ResponderEliminarJESÚS siempre iba en comunidad. Nació en una familia (comunidad), envió de dos en dos, celebró en comunidad, y, al monte Tabor, se llevó un grupito de tres, una pequeña comunidad que luego regresarón a la Comunidad donde había que Evangelizar.
En su Iglesia es donde tenemos que buscarle, es decir, entre los demás, porque todos los bautizados, y me atrevería a decir que, también los no bautizados por causas ajenas a ellos, formamos su Iglesia, y hasta los que lo rechazan, porque no podrán evitar su amor y ser hijos de DIOS PADRE.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.
Me encanta este último comentario sobre la importancia de la comunidad y sobretodo de la Iglesia.
ResponderEliminarPocas vecer me acuerdo de dar gracias por tan maravilloso don.
Creo que la necesidad de sabernos queridos por Dios está en todos los corazones y siempre.
Aunque personalmente me doy cuenta de verdad en los momentos difíciles
Gracias por el post
Gracias
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