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miércoles, 12 de junio de 2013

LA POBREZA DESCUBRE EL CAMINO



Seguramente y a primera vista, a nadie le gusta ser pobre. La pobreza genera carencias, dificultades y problemas que se hacen difíciles de resolver. También impide muchos logros que sin dinero no se pueden alcanzar, y nos ayuda a librarnos de muchas enfermedades que sus curaciones son costosas.

Todos ambicionamos tener lo suficiente para librar y superar todas esas dificultades que el camino de la vida nos depara. Pero no es menos cierto que la pobreza existe y a muchos, los más, nos toca ser pobres. Unos en menor grado que otros, pero pobres. Y sabemos que por mucho que luchemos el panorama que se nos presenta es seguir y acabar nuestra vida siendo pobre. Porque el egoísmo de muchos impide que otros tengan lo necesario cuando no compartimos lo que tenemos.

Sin embargo, no todo es como aparenta ser. La pobreza nos enseña a ser humildes, porque al pobre no le está permitido ensoberbecerse. Por lo tanto, el pobre es menos soberbio. La pobreza nos hace más solidarios, porque entendemos de carencias y sufrimientos. La pobreza nos ayuda a compartir, porque otros han compartido contigo. También, la pobreza nos enseña a ser justos porque deseamos que sean justos con nosotros.

Todas esas virtudes pertenecen a los pobres, porque los ricos no las necesitan. Tienen con sus riquezas y sus egoísmos aunque al final experimenten que de mucho no les ha valido. Ser pobre se hace necesario para encontrar el camino, y también el verdadero alimento. Ese alimento que fortalece, que abre el corazón, que empapa de paz y de generosidad. Ese alimento que da vida eterna en plenitud.

Sí, me alegro de ser pobre y de haber perdido todo. Luché, por mis pecados, para no perderlo, pero me alegro de haberlo perdido y de solo conservar el verdadero Tesoro, ese Tesoro que es Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios Vivo, encarnado en todos los hombres.

1 comentario:

  1. Me ha encantado tu reflexión sobre la pobreza. Totalmente de acuerdo con ella.
    Un abrazo.

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