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viernes, 31 de agosto de 2012

DE PERDONA NUESTRAS DEUDAS A PERDONA NUESTRAS OFENSAS

 - Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros
Me había marchado de la Casa del Padre y trataba de buscar fuera lo que me parecía no encontraba dentro. En el fondo se trataba de más de lo mismo, más de lo que buscamos todos. Deseos de pasarlo bien, de satisfacer todos nuestros apetitos y de darnos placer, porque en el fondo confundimos la felicidad con la plena satisfacción de sentirnos bien y a gusto.

Y, aunque parece ser lo mismo, creo que hay sustanciales diferencias. Siempre que uno se siente bien, no por eso está a gusto y satisfecho. Porque el sentirse bien no es directamente proporcional con el estar a gusto. Ocurre que teniendo todo lo necesario para sentirse bien, no nos encontramos a gusto o conforme, y ansiamos salir de esa situación. Es la espiral que forma nuestra vida que siempre ansía más y eso provoca desasosiego y angustia.

Y esa angustia se hace insoportable cuando nuestras aspiraciones son vacías, de cosas caducas, efímeras que por mucho que las alcancemos no nos llenan plenamente. Solo el olvido de uno mismo, el desapego de tus propias pasiones y deseos para entregarte por los demás, aunque aparentemente sea signo de infelicidad, es la clave y el secreto de encontrar la verdadera felicidad.

Y eso solo es posible en la Casa del Padre, porque es en el perdón y en el amor donde se apoya toda esperanza de felicidad. Y nadie como el Padre nos enseña, nos capacita, nos transforma para poder perdonar y perdonando, amar.

Había salido de la Casa del Padre cuando en la Iglesia rezábamos el Padre nuestro pidiendo "que nos perdonáramos nuestras deudas como... y regresaba oyendo perdónanos nuestras ofensas como..." Me sorprendió la nueva forma de expresarlo, y me hizo pensar que había pasado un buen tiempo. 

Decidí tomar esa nueva expresión como signo de mi integración y aceptación a la acogida en la Casa del Padre. Había ofendido al Padre y le pedía que me perdonara mis ofensas como yo estaría dispuesto a perdonar a mis ofensores. 

Y ahora me doy cuenta que te necesito, Padre, para que me recuerdes, me ayudes, me capacites, me des fuerza y tu Gracia para poder vivirlo y llevarlo a cabo. Fuera de Ti nada puedo. Amén.


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