Unos, porque se sienten con poder para rechazar cualquier invitación, incluso la de un rey. Experimentan suficiencia y exigen privilegios, e incluso se dan importancia resistiéndose a discernir sobre el aceptar o no. Posiblemente se experimentan con poder para elegir o rechazar y no aceptan invitaciones donde puedan mezclarse con otra clase de gente que ellos estiman inferiores e indignos para mezclarse con ellos.
Se consideran superiores y no se mezclan con todo tipo de persona, así que miran con lupa cuando son invitados, incluso aunque la invitación venga de un rey. ¿No nos identificamos nosotros con ello? ¿No miramos con lupa quienes comparten o se sientan a nuestro lado? ¿No nos consideremos en una escala superior a los demás?
Y están también aquellos que recibida la invitación no se cuidan de prepararse y tomar el traje adecuado para asistir en condiciones. La invitación conlleva la exigencia de una etiqueta adecuada, una etiqueta que se reviste de justicia, de paz y de amor, y que es capaz de abajarse humildemente hasta el punto de mirar a todos por igual a sí mismo.
Un traje que proclama que estamos agradecidos de ser invitados por el único y verdadero Rey
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