Nos levantamos y al abrir la ventana observamos el nuevo panorama político del cual nosotros no hemos querido participar. Posiblemente no nos gustará, ni tampoco nos defraudará. Nuestra decisión de no participar era motivada por la falta de fe en esos políticos corruptos, inmorales, falsos, egoístas y amigos de sus propias ideologías e intereses.
Decidimos no ir a votar porque estamos asqueados de tanta corrupción e hipocresía. Sin embargo, sabemos que así nuestra sociedad no se arregla. El horizonte desde nuestra ventana es ahora un poco más gris. Nuestra apatía e indiferencia permite a los que luchan por sus propias ideas perturbar a la sociedad. Ellos se aprovechan de nuestros enfrentamientos, de nuestra manera idiota de pensar y con el terreno libre propagan sus ideas nacionalistas, independentistas, nazistas y hasta fascistas.
Porque no entiende de nada. Son jóvenes y creen saber mucho. Han leído en libros y libros y tienen una buena preparación. Sin embargo olvidan el sentido común, la lógica natural y sobre todo la experiencia. No saben las consecuencias de los enfrentamientos, de las guerras, de las imposiciones, de no dialogar con sentido común, respeto y paciencia.
Han crecido en un mundo confortable, con todo hecho y regalado. Un mundo de derechos adquiridos y no conquistados. No conocen la obediencia sino el capricho y hacer su voluntad. Saben mucho de derechos, pero poco de deberes; hablan de libertad, pero no respetan la libertad de los otros. Buscan su provecho incluso pasando por los derechos de los más inocentes. Hablan de decisiones, pero omiten y olvidan a los que matan con esas decisiones, y se atreven incluso a llamar a eso "derechos".
Cerramos la ventana y nos quedamos algo perplejos y molestos. Nuestra conciencia quiere hablarnos y decirnos algo, pero no hacemos caso. Volvemos a la cama, encendemos la tele y a pasarlo bien. Esos de ahí fuera que sigan con sus manías y disparates. A nosotros que no nos molesten.
Mañana será otro día. Quizás ya no haya tiempo y cuando abras otra vez la ventana te encontrarás el panorama ardiendo, lleno de fuego, humo y muerte. Y entonces ya no podrás cerrar la ventana, sino correr y evitar quemarte.
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