No se puede entender de otra manera. Ese darse cuenta no supone que quien lo descubre haga camino, pero bueno es intentarlo. Y eso si que no nos escusa y dice mucho de nuestra fe. Fe es empezar el camino, y empezar significa caminar. Por eso, en el camino construyes tu fe, la fortaleces y la afirmas. Pero en cuanto dejas de caminar, tu fe se ha parado y, parada se muere.
Porque creer en vivir, esperar, servir, amar... Jesús viene a traer la vida, lo contrario de la muerte, y una vida eterna en gozo y felicidad. Pero una vida que se alcanza en el camino del servicio por amor. Camino y cruz van de la mano, pues mientras el primero señala el recorrido, lo segundo, la Cruz, exige el servicio por amor. Y ambos fructifican en el gozo y la felicidad buscada eternamente.
Pero, bueno es tomar conciencia de lo que somos. Jesús ya lo sabe, nos conoce y al aceptar la Voluntad del Padre se compromete a aceptarnos también a nosotros. Por eso nos aguanta pacientemente, nos espera y nos ama hasta dar la vida. Sin embargo, somos nosotros mismos quienes no nos aceptamos, ni nos aguantamos y desesperamos. Debemos de tener muy en cuenta nuestras limitaciones, nuestros pecados, nuestros errores, nuestras apetencias y debilidades. Somos frágiles y decimos lo que luego no hacemos.
Pedro, la roca firme donde Jesús puso la dirección de su Iglesia, le falló muchas veces, y Jesús sabía de sus debilidades, y así y todo lo eligió. Pedro dudó, Pedro le negó, Pedro metió la pata muchas veces, pero Pedro creyó en la Misericordia del Señor, y eso es lo que basta para seguir el camino. Porque la Gracia del Señor es lo que nos transforma, nos hace fuertes y firmes para superar todas las pruebas por las que hemos de pasar.
También el Señor sabe cómo somos cada uno de nosotros, y nos espera, y nos llama, y nos ha dado una misión que, puede que nos parezca pequeña, pero es la misión que tenemos que llevar a cabo, y la que Él espera de nosotros. Pongamosno en Manos del Espíritu para que, descubriéndola, seamos capaces de ponerla por obra en nuestro camino. Camino que se hace alimento en el Pan y el Vino.
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