Hermanos: Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo; con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, enseguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y me quedé quince días con él.
Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo. Fui después a Siria y a Cilicia. Las Iglesias cristianas de Judea no me conocían personalmente; solo habían oído decir que el antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba destruir, y alababan a Dios por causa mía (Gálatas 1, 13-24).
Llamo la atención a esas palabras que escribe Pablo: "cuando Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia". Pablo se experimenta nacido en el seno de su madre, pues no se puede llamar a alguien que no ha nacido. Por lo tanto, hay vida desde la concepción. Se nace en el vientre de su madre y se vuelve a nacer al mundo cuando, cumplido el período de gestación y desarrollo, se entra en el mundo del sol y la luna.
Esos niños nacidos, en el vientre de sus madres, son asesinados cuando se les interrumpe esa corta vida de nueve meses aproximadamente, que viven serenamente a esperas de nacer al mundo al que son llamados. Pero el egoísmos de sus padres y la complicidad del mundo que les espera, cortan su esperanza de vida y de entrar al mundo de los humanos, tal y como le corresponde por ser un ser humano con todos los derechos.
Como no podia ser de otra forma estoy plenamente deacuerdo con tu post. Toda vida es vida y nada sale de la muerte. Espero que se acabe algúndía esta barbarie. Un abrazo
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