Dios no abandona a sus hijos y Cáritas hace presente día a día este amor de... |
podemos llegar a muchas personas y hacer también mucho en favor de ellas. No deberían ser los cristianos los que nos responsabilicemos de remediar el hambre y las necesidades de muchas personas. Es el pueblo, la sociedad con sus Ayuntamientos y Diputaciones o Cabildos y el Gobierno los que deberían institucionalizar esas ayudas en favor de los más desfavorecidos y marginados.
Pero la realidad que vivimos nos presenta otra estampa social. Pagamos unos impuestos que luego son administrados según los intereses y caprichos de unos pocos, y los servicios sociales fundamentales quedan disminuidos y mal tratados. No se entiende que los recursos no sean mejor empleados y más solidarios.
Hoy, el panorama de nuestra sociedad es desolador. Hay muchas familias sin recurso y pasando hambre. Debemos hacer algo porque estirando todos un poco la mano podemos mitigar ese hambre y esas necesidades. Pero se necesita legislar leyes que faciliten poder ayudar y facilitar mitigar esa hambre.
Las leyes están al servicio del bien común, y el bien común hoy es luchar contra las necesidades y el hambre de muchos vecinos. No hay nada más prioritario y ese debe ser el objetivo principal. Pero ocurre que no es así porque antes se antepones otros intereses egoístas y personales. Por eso ocurre lo que ocurre.
Tenemos un arma que nos puede ayudar a ir cambiando el sistema, porque los partidos grandes nunca lo harán. Se trata de nuestro voto. Hay que moverlo aunque al principio no produzca efecto, pero poco a poco iremos cambiando el sistema. Un sistema donde lo normal sea el bien común, no el bien de algunos.
Mientras, Caritas (La Iglesia) seguirá luchando día a día por vestir al desnudo, dar de comer al hambriento y posada al peregrino.
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