Es una simple frace: "Fácil es decir que creo, pero otra cosa muy diferente es comprometerse y demostrarlo". Se suele oír muchas veces y, también, solemos, por la parte que me toca, hablarlo y criticarlo en otros, pero, luego, en nosotros no vivirlo.
Y si lo pensamos detenidamente y con seriedad podemos ver y comprobar que son disparates lo que decimos, porque a nadie se le ocurre decir que le gusta el fútbol, por ejemplo, y nunca ha visto o ve un partido, ni siquiera lo práctica. No hay coherencia en eso que se dice. Si te gusta lo vives y lo prácticas, o al menos lo sigues como aficionado. Y si no, es que no te gusta.
Lo mismo podemos decir de la fe: "Yo sí creo, pero no soy practicante". Si tú o yo no practicamos lo que creemos es que no creemos en nada. Seamos serios y enfrentemosno a la verdad. Otra cosa es que nos gustaría creer, o tenemos nuestras dudas, pero tanto lo uno como lo otro no es, al menos todavía, razón de peso y suficiente para darle un giro a mi vida y ser consecuente con aquello que me interpela y me cuestiona.
Porque el hecho de que me lo plantee con responsabilidad y compromiso me hace nacer a una nueva vida que cuestionará mi familia, mis principios, mis convicciones, mi trabajo, mis amigos, mis relaciones sociales, mis costumbres, mis...etc., me hace nacer de nuevo y dejar a un lado el hombre viejo de mis propios egoísmos para darme en renuncias de mí mismo por amor y servicio a los demás.
Todo un nuevo planteamiento y proyecto que modificará mi vida radicalmente y pondrá el camino lleno de obstáculos y contra corriente. En principio, eso no es, aparentemente, atractivo ni deseado por nadie, pero, poco a poco, detrás de esa renuncia florece la verdadera semilla que, precisamente, andábamos buscando. Porque nuestra fe nos dice precisamente eso: "Quién busca su propia vida la perderá, y quién la pierde, la ganará".
Por lo tanto, si no trato de cambiar es porque no lo tengo claro, y al estar en la duda mis apegos y apetencias muy inclinadas, por mi humanidad, a las cosas y placeres de este mundo pueden más que mis débiles convicciones. Porque se trata de eso. "convicciones".
No son sentimientos más o menos de desear creer y ser creyente católico, porque eso, en el fondo, todos lo deseamos al experimentar que lo bueno y bello esconde la verdad, y la verdad es lo justo, lo auténtico, lo que no tiene mentira, lo que busca la igualdad, la comprensión, la paz, la solidaridad, la vida, la convivencia pacifica y solidaria, el amor.
Se trata de estar firmemente afirmado, sostenido en la roca de mis propias convicciones por la verdad y llevarlas a mi vida, ¡cueste lo que cueste!, con todas sus consecuencias y fiados de que ese DIOS, en quien digo creer, se ha hecho Hombre, ha muerto por mí redención y me acompaña para, con ÉL Resucitado, resucitarme también.
No son cosas para tomárselas en broma, ni para pasarlas por alto. Y menos a la edad de muchos, que son menos años los que le faltan por vivir que los que le queda. No se puede decir más claro, y no da lugar a malos entendidos después. Puede pasarnos como al rico Epulón, (Luc 16, 19-31) acabado el plazo de esta vida ya no hay remedio.
Y si lo pensamos detenidamente y con seriedad podemos ver y comprobar que son disparates lo que decimos, porque a nadie se le ocurre decir que le gusta el fútbol, por ejemplo, y nunca ha visto o ve un partido, ni siquiera lo práctica. No hay coherencia en eso que se dice. Si te gusta lo vives y lo prácticas, o al menos lo sigues como aficionado. Y si no, es que no te gusta.
Lo mismo podemos decir de la fe: "Yo sí creo, pero no soy practicante". Si tú o yo no practicamos lo que creemos es que no creemos en nada. Seamos serios y enfrentemosno a la verdad. Otra cosa es que nos gustaría creer, o tenemos nuestras dudas, pero tanto lo uno como lo otro no es, al menos todavía, razón de peso y suficiente para darle un giro a mi vida y ser consecuente con aquello que me interpela y me cuestiona.
Porque el hecho de que me lo plantee con responsabilidad y compromiso me hace nacer a una nueva vida que cuestionará mi familia, mis principios, mis convicciones, mi trabajo, mis amigos, mis relaciones sociales, mis costumbres, mis...etc., me hace nacer de nuevo y dejar a un lado el hombre viejo de mis propios egoísmos para darme en renuncias de mí mismo por amor y servicio a los demás.
Todo un nuevo planteamiento y proyecto que modificará mi vida radicalmente y pondrá el camino lleno de obstáculos y contra corriente. En principio, eso no es, aparentemente, atractivo ni deseado por nadie, pero, poco a poco, detrás de esa renuncia florece la verdadera semilla que, precisamente, andábamos buscando. Porque nuestra fe nos dice precisamente eso: "Quién busca su propia vida la perderá, y quién la pierde, la ganará".
Por lo tanto, si no trato de cambiar es porque no lo tengo claro, y al estar en la duda mis apegos y apetencias muy inclinadas, por mi humanidad, a las cosas y placeres de este mundo pueden más que mis débiles convicciones. Porque se trata de eso. "convicciones".
No son sentimientos más o menos de desear creer y ser creyente católico, porque eso, en el fondo, todos lo deseamos al experimentar que lo bueno y bello esconde la verdad, y la verdad es lo justo, lo auténtico, lo que no tiene mentira, lo que busca la igualdad, la comprensión, la paz, la solidaridad, la vida, la convivencia pacifica y solidaria, el amor.
Se trata de estar firmemente afirmado, sostenido en la roca de mis propias convicciones por la verdad y llevarlas a mi vida, ¡cueste lo que cueste!, con todas sus consecuencias y fiados de que ese DIOS, en quien digo creer, se ha hecho Hombre, ha muerto por mí redención y me acompaña para, con ÉL Resucitado, resucitarme también.
No son cosas para tomárselas en broma, ni para pasarlas por alto. Y menos a la edad de muchos, que son menos años los que le faltan por vivir que los que le queda. No se puede decir más claro, y no da lugar a malos entendidos después. Puede pasarnos como al rico Epulón, (Luc 16, 19-31) acabado el plazo de esta vida ya no hay remedio.
Como la determinada determinación de Sta Teresa, más o menos?
ResponderEliminarDe camino de perfección "Digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él...
El demonio ha gran miedo a ánimas determinadas, que tiene ya experiencia le hacen gran daño, y cuanto él ordena para dañarlas, viene en provecho de esas almas y él sale con pérdida."
Las tentaciones, estando en el SEÑOR, son pruebas que nos ayudan a purificarnos y fortalecernos.
ResponderEliminarSiempre estaremos en lucha, por eso, siempre tenemos que estar en oración constante, ya sea en casa, en la calle, en el trabajo, en dónde sea.
Siempre en la presencia del SEÑOR. Si ÉL está con nosotros, lógico es que nosotros estemos con ÉL.
Un abrazo en XTO.JESÚS, y muchas gracias por tu visita y comentario.