LA FE Y LA RAZÓN

El debate está abierto y nunca podrá cerrarse porque entre fe y razón no hay contradicción, pero si, una no implica tener la otra. Se puede tener fe y la razón no molesta, porque donde su limitada capacidad termina empieza la fe. Y se puede tener mucha capacidad de razonar y entender, pero no poseer la fe que necesitas para llegar más alto, y siempre estarás desafiando al que la tiene y, por eso, se fía.

No es un debate nuevo, pero es un debate permanente y siempre se puede retomar. Sin embargo, podemos embriagarnos de conceptos y pensamientos abstractos que nos llevan a perdernos en nuestro misma intelectualidad sin encontrar respuestas que nos den respuestas. Nuestra verdad es limitada y DIOS es la Verdad Ilimitada, Infinita, que trasciende y nos sobrepasa.

Hay quienes responden considerando que lo finito, la razón, no puede encerrar una idea de lo Infinito, porque al final quedaría supeditado a su propia razón obedeciendo a las leyes que su misma razón le dicta. Hay una evidencia real, tal es que existimos, y eso nos lleva a preguntarnos por la trascendencia, pero la cuestión será que hay detrás de esa trascendencia o hacia qué o quien trascendemos.

Hay otros que, llegado el limite racional de no poder responder más, encienden la luz de la fe ante el estupor de un acontecimiento que no es producto de la razón, sino de la fe que reconoce este acontecimiento cumplido en la Revelación, donde DIOS viviente se nos dice con palabras humanas y se hace carne.

Sin embargo, ante tantos razonamientos y preguntas, yo me inclino por lo más simple: Muerte y Resurrección de una Persona que con su vida hace Palabra la palabra escrita, y testimonia lo que dice con lo que hace: su obra en beneficios y defensa de los demás. Todo esto es suficiente para que dejando al margen todo tipo de razonamientos, limitados y caducos, trascienda mi ser a la confianza en Aquél que venciendo la muerte ha Resucitado.

Porque quien no busca el Absoluto se convierte en reo de su propia cárcel y caducidad. En su afán de aspirar a lo máximo, y lo máximo es la vida eterna en plenitud, la persona humana persigue descubrir, al menos, el camino que le pueda llevar a ello. Por lo tanto, se hace necesario indagar y buscar las ofertas de salvación que puedan existir, pero sólo una será la verdadera.

Y, sólo una, presenta a un DIOS Humano, que se ha hecho hombre y que ha muerto por los hombres, para dando su vida por ellos, Redimirlos y salvarlos por la Misericordia del PADRE. Para mi no hay más debate. Puede ser muy simple, pero es que el mismo SEÑOR lo dice y lo Revela a gente simple y humilde, que, porque se saben muy pequeños, no les cuesta creer en Aquel que les promete lo que nunca imaginaban alcanzar.

Se puede estar hablando muchos años y décadas, pero el debate estriba en creer y ponerse en camino porque me fío, o continuar dándole vueltas a la razón en aras de querer responder a todos los interrogantes que se nos plantean. La razón me basta para ponerme en la cima de lo razonable y creíble, pero más lejos de ahí creo en JESÚS de Nazaret y sus Apóstoles que me transmiten, por su Palabra, que es el HIJO DE DIOS hecho hombre.

Y no lo digo, añadiéndome a lo declarado por el sacerdote Bruno Forte, como formula dogmática, sino porque en esto yo me juego la vida, como hombre y como cristiano creyente. HIJO de DIOS hecho hombre significa que el abismo entre DIOS y el hombre, que la razón intenta comprender mediante el estupor y la escucha, no es un abismo vacío, sino que ha sido cruzado por el amor de DIOS, que nos ha ofrecido la posibilidad, humanamente imposible, de vencer el dolor y la muerte.

Esa es mi y la esperanza de todo creyente. Si CRISTO no ha resucitado, vana sería nuestra fe.