Verdad es que nos pasamos toda la vida buscando vivir mejor y sentirnos mejor. ¡Qué levante la mano quien no trata de situarse bien y vivir mejor! Todos perseguimos la salud, el bienestar y el tener una vida sin problemas y placentera. Por eso luchamos y nos desvivimos, y hasta rezamos al PADRE del Cielo para que nos llene de bendiciones y parabienes.
Es algo innato en cada uno de nosotros, y algo con lo que quizás tengamos que luchar, porque el camino de salvación no coincide exactamente con esas actitudes que sentimos y deseamos. La felicidad que tanto buscamos no es alegría ni gozo, eso es placer, porque nuestra felicidad deja de serlo en la medida que se acaba y caduca. Ser feliz comporta serlo siempre y no por temporadas o momentos. Felicidad lleva implícito el serlo eternamente, y si no es así, no lo es, aunque aparentemente sea un adelanto de lo que puede llegar a ser.
En este pensar y reflexionar nos adentramos en el sabernos felices sólo en y con DIOS, el PADRE bueno del Cielo, porque sólo ÉL puede darnos esa manantial de Felicidad eterna y gozosa. En esta línea decía Santa Teresita: "¡Qué gracia más grande cuando por la mañana nos encontramos sin ánimo y sin fuerzas para practicar la virtud! Entonces es el momento de poner el hacha a la raíz del árbol (a nuestra autosuficiencia y orgullo) a veces se ve una tentada a dejarlo, pero con un acto de amor, aun no gustado, todo queda reparado y con creces.
JESÚS sonríe y nos ayuda sin parecerlo. JESÚS no mira tanto la grandeza de las obras, ni siquiera su dificultad cuanto el amor con que se hacen". Y de nuevo: "Nuestra pobre naturaleza es nuestra riqueza, nuestro instrumento de trabajo. Es tan preciosa que JESÚS vino a la tierra expresamente para poseerla. ¿Quisiéramos no caer nunca? ¿Qué importa, JESÚS mío, que yo caiga a cada instante? Veo en ello mi debilidad, y esto es para mí una ganancia grande.
VOS veis en ello lo que puedo hacer, y por eso os sentiréis más inclinado a llevarme en vuestros brazos. Si no lo hacéis es que os gusta verme por el suelo. Si es así, no me inquietare, sino que seguiré tendiéndoos mis brazos suplicantes y llenos de amor. ¡No puedo creer que me abandonéis! Celina, (carta de Santa Teresita a Celina), si conocieras mi miseria! ¡Oh, si supieras! La santidad no consiste en decir grandes cosas, ni en pensarlas, ni en sentirlas: consiste en aceptar el sufrimiento.
"La felicidad no existe si no es compartida, porque de guardarla para nosotros mismos se convierte en placer propio y egoísmo, y muere en nosotros mismos de forma efímera y rápida. Sólo desde el compartir, partir con... los demás, tiene sentido y se perpetua aunque de forma finita porque sólo en la presencia del PADRE será eterna y verdadera.
Pero se nos enciende la esperanza de experimentar, todos lo hemos vivido, el gozo y alegría de compartir nuestros pedazos de felicidad, sobre todo los que nacen de lo Alto, con los demás. Es algo que se resiste a permanecer en nosotros y trasciende fuera de nosotros mismos para darse como torrentes de agua viva a los demás. Es la esencia de nuestro ser comunitario, la semejanza con la Trinidad.
Ser cristiano comporta luchar contra el placer (mortificación); resistirse al poder (humildad) y combatir nuestras ansias de poseer con el desprendimiento y la solidaridad (Caridad). Es la señal de estar dispuesto a seguir a JESÚS. El afán de vivir instalado en el confort, disponible con condiciones, con reparos... (joven rico," placer").
El prestigio y orgullo de poder, de ser en el valor de conocer y saber más y en medir nuestro valía en proporción a nuestros talentos y capacidades nos embriaga de suficiencia y vanidad que nos acerca al querer ser por tener, y en consecuencia a amarnos más que a amar... (poder).
La avaricia de estar entre dos aguas, mediocridad, dar pero tener, pensando en que las cosas no son simplemente medios caducos y sin más valor, y guardarlas en un rincón de nuestro corazón que no nos permite llenarlo enteramente de DIOS... (poseer).
Sólo cuando se descubre que mi verdadero tesoro está en darme, en amarme para mostrar ese amor que nace dentro de mí, y qué en la medida que me abandono en los brazos del SEÑOR seré capaz de abrazarme incandescentemente y contagiar ese fuego como el acero y la fragua, seré pura felicidad que cada día aumentará a los ojos de este mundo incrédulo y ciego que busca donde no puede hallar. Testigos todos aquellos que están a su derecha en estos momentos, los Santos, y a los que pido intersección para que la familia bloguera sea iluminada en esta verdad y sepamos encontrar nuestro tesoro para darlo y compartirlo con los demás, porque entonces es cuando será tesoro de verdad.
Así es amigo,
ResponderEliminarDios bendice todo lo que hacemos con verdadero amor.
Gracias y bendiciones
Que el ESPÍRITU SANTO nos ilumine e ilumine a los que hoy les vamos a hablar del gozo y fuente de la verdadera felicidad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Jorge, en XTO.JESÚS.