EL ENCUENTRO.

Encontrarse siempre comporta escucha y atención, y también consecuencias, las propias que se derivan del propio encuentro: situación, estado, problemática, salud, necesidad, conflicto...etc. Cada encuentro conlleva respuestas positivas o negativas dependiendo de los compromisos que afloran y se contraen. Por eso, no nos debe extrañar que muchos encuentro se evitan y se disimulan y se trata de pasarlo de forma algo indiferente, no ser que me vaya a comprometer.

Muy diferente es cuando el encuentro se afronta de manera responsable y en actitud afirmativa de responder hasta el compromiso de someter mi situación y hasta mi vida en la piel que genera las consecuencias de ese encuentro. Cuando alguien se entrega y predispone a encontrarse, está disponiéndose también a asumir todas sus consecuencias.

Y en esa dimensión y disponibilidad tiene lugar el Encuentro de María con su HIJO JESÚS. El desgarro de un corazón roto y rechazado por aquellos, por los cuales se había entregado hasta tal extremo, que no estaban dispuestos a encontrarse, fue compartido y desahogado con su Madre que sale a testimoniar su presencia y su dolor, añadido a la Cruz de su HIJO. Madre e HIJO se encuentran en la Misión del PADRE que los hace copartícipes en el sufrimiento de la Cruz.

Y María, nuestra Madre, queda marcada como Madre de la Iglesia que abandera y acompaña en el nacimiento de su gestación fundadora por su HIJO. María es la Caudilla que reune y aglutina a los hijos, dispersos tras la muerte del HIJO, y los cobija bajo su manto para darles calor y serenidad; sencillez y disponibilidad; humildad y esperanza.

El Encuentro fue una procesión que el miércoles, 080409, tuvo lugar en mi ciudad - Arrecife - después de muchos años que no se celebraba. Fue una tradición rescatada que, de forma muy sencilla y humilde, escenifica esos momentos de angustia y dolor de una Madre ante el sacrificio y muerte de su HIJO. Sólo con la salvedad que esa Madre - María - y su HIJO - JESÚS - son los Pilares donde se fundamentan nuestra salvación y en los que nuestro PADRE DIOS puso su ESPÍRITU para llevar a cabo su VOLUNTAD: salvar al hombre de su pecado.

Corrí, busqué los mejores planos y hice lo que pude, pues no soy fotógrafo, ni siquiera aficionado, y mi máquina es muy sencilla. Por lo tanto, las fotografías no son lo buenas que quisiera que fueran, ni los planos los mejores que pudieran hacerse. Solo es la intención de plasmar algo de mi tierra, para mostrárselos y, sobre todo, una vivencia reflexiva del contenido y significado del encuentro visto por un humilde creyente.