UN MUNDO LÍMPIO, PERO...

Lo sabemos, lo escuchamos por la tele, y lo conocemos por revistas y hasta la prensa, pero luego hacemos lo que nos apetece y nos resulta más cómodo. Pero, eso sí, exigimos un mundo mejor y limpio sin ningún compromiso por nuestra parte. Son los demás los que tienen que molestarse y cumplir las normas establecidas.

Estaba afanado en tirar la basura. Suelo llevar bolsas grandes que acumulan una semana aproximadamente de basura. En una reciclo las latas, tetrabrik, plásticos; en otra, cartón, papeles y la última vidrios. La orgánica la depositamos en el lugar donde el camión de basura la recoge a diario.

Trato de poner en cada deposito, verde, amarillo y azul lo correspondiente a cada uno, y, así como si lo que yo hacía fuera de tonto, pasa una persona con sus cajas de cartón en la mano u otras basuras y se dirige a los contenedores de al lado y los tira allí. No medió palabras, pero yo las sentí como si se hubiesen pronunciado: ¿Eres tonto?, la basura la tiro yo allí y no donde me dicen.

Algo así podríamos interpretar y traducir. Rápidamente, mi corazón derramó lástima y pena: ¿cómo queremos un mundo mejor si no ponemos nada de nuestra parte? ¿Cómo podemos hablar de respeto y derechos cuando no respetamos el derecho de los demás a un mundo mejor y más limpio? Ser buena persona no consiste en aparentarlo hasta cierto límite. Ser buena persona es respetar el derecho del otro y cumplir con las normas establecidas para el bien común.

Es, esforzarte en vivenciar en la vida de otros, lo que te gustaría que hicieran con tu propia vida.