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... déjame además que escriba sobre tu historia... |
Tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tus libro.
Calculados estaban mis días
antes que llegase el primero
(Sal 138, 16)
Déjame tu historia, entrégamela, tal como esté escrita, vivida, recordada; quiero convertirla en tu historia de salvación.
Aquel
primer aliento, el primer amor, el deseo ardiente, la opción radical,
el ímpetu joven, la llamada sentida, la fidelidad acrisolada...,
déjamelos.
Déjame
también tu rebeldía, los tramos oscuros en los que sentiste esclavitud y
dependencia, cuando diste más valor a lo inmediato y te quedó el gusto
amargo de la soledad, lo que tú juzga historia negativa.
Ofréceme las horas luminosas en las que el amor, la generosidad, la valentía y la aventura configuraron tus jornadas.
Quiero
toda tu historia, no sobra ninguna página de ella; quiero tanto las que
te parecen bondadosas como aquellas que te avergüenza recordar.
Dame
las lágrimas y los cantares, los himnos y las elegías, los cantos de
liberación y los entonados en tiempos de exilio y esclavitud. Los quiero
convertir en tu salterio.
El frescor junto al río y el sudor bajo el sol de plano. La gozosa experiencia de amistad abierta y la vivencia ensimismada.
El regalo de la vida y la experiencia de muerte.
Déjame
toda tu historia y, si no te guardas nada de ella, si me dejas ser el
Señor de tu historia, comprenderás que, a pesar de tu obstinación o
falta de luz, yo te atraigo y te bendigo y deseo dar a tus días el
sentido más pleno.
Abandona el juicio cerrado, sin horizonte.
Abandona la lectura intrascendente.
Déjame ser tu guía, y te prometo que pisarás la tierra de la promesa.
Si
no te convenzo, vuelve tu mirada a la historia de mi pueblo y
descubrirás cómo todo, al final, sirve para bien. Yo tengo poder para
reconvertir cualquier acontecimiento en signo de mi providencia y en
historia de salvación. Si no te dice nada hechos tan lejanos, seguro que
conoces la historia de quienes se han fiado de mí y no le ha faltado la
alegría aun en medio de la tribulación, ni las fuerzas en las
dificultades.
El
día que te decidas tú también a confiar, habrás comenzado tu salida de
Egipto, de la mayor esclavitud, la de ti mismo. Habrás emprendido la
andadura por el camino seguro y habrás cambiado tu conciencia de
vagabundo por la de peregrino.
Del libro "Palabras entrañables".
Ángel Moreno, de Buenafuente.
Gracias, no se que decir sólo puedo decir que JESÚS VIVE; y que realmente habla, sabe cuándo fue lo de la JMJ, no pude ir por mi trabajo y estudios, pero puede segir al Santo Padre en todo su encuentro y le confieso que el verle tan cerca de nosotros en nuestras tierra Española fue para mi decir es Jesús vivó aquí y sólo se que cuándo hablaba Él hablaba para mí y de desde ese momento siento la necesidad de buscar a Dios, pero siento por momento miedo al descubrir tanto amor, y al leer este texto es como si fuera escrito para mí, lo he copíado, sólo pido su oración por mí gracias y perdome mis tonterias, un abrazo.
ResponderEliminarNada es tontería, son nuestras inquietudes y temores, y compartirlas nos ayuda a fortalecer nuestra fe y a descubrirnos como pequeños y limitados.
ResponderEliminarSon los primeros pasos para hacernos humildes, porque abajarse, descubrirse y darse es enterrar nuestro orgullo y soberbia y mostrar nuestra pequeñez y humildad.
Es el camino de encontrarnos en el Señor, de buscar luz y de dejarle entrar en nuestras vidas. No tengamos miedo, porque Él sabe quiénes somos y el Espíritu Santo que nos acompaña irá poniendo luz en nuestro peregrinar.
Jesús vive y está en el Padre. Hoy nos lo dice, tengamos confianza en Él, porque ha dado la vida por nosotros. No se puede dar más.
Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.