Creo que es la palabra más oída y pronunciada a lo largo de toda nuestra vida. Se dice y habla tanto del amor que nada la supera. Pero otra cosa muy diferente es entender lo que realmente es amor. Por amor se entiende muchas cosas: deseo y atracción a una persona concreta que me procura satisfacción, placer, compañía, ganancias, privilegios, intereses, comodidad, soluciones, trabajo...etc.
Cada situación, por la que me sienta atraída hacia alguien, tendrá una diferente forma de interpretar el concepto amor. Y de esa interpretación derivará la perseverancia, la duración, la permanente ilusión de su unión. Porque cuando algo de lo que motiva la unión se resquebraje, dará lugar al comienzo de la ruptura y el desamor.
Y entendido así diríamos que el amor es algo efímero, temporal, dependiente, condicional, que termina cuando nuestros sentimientos deriven a otros intereses y apetencias. Si así son las cosas, creo que estaría de acuerdo con lo que está ocurriendo en nuestro mundo. Cada cuál se procurará su tipo de amor o amores para ir sosteniendo la ilusión y esperanza de su vida. Y cada vela que aguante su palo.
Bien es verdad, que un mundo sostenido desde esas premisas no resulta esperanzador y presenta muchas más amenazas, desorden, peligros, tristezas, sufrimiento y penas, que las alegrías y satisfacciones que nos puedan dar. Realmente, esto es lo que está ocurriendo y lo que va deteriorando nuestra convivencia social, porque de esas egoístas relaciones derivan consecuencias que influyen notablemente en el mundo que nos rodea.
Pero, en mi empeño de buscar respuestas que puedan dar serias esperanzas a esta tragedia humana, considero que el concepto amor tiene una dimensión superior a todos esos significados que, sometidos por nuestras propias esclavitudes, justificamos de forma falsa y engañosa.
El amor cuando es auténtico está dispuesto a ser eterno. El amor cuando es verdadero está dispuesto a superar riesgos, sufrimientos, tempestades hasta entregarse mutuamente hasta el extremo. El amor cuando es puro está sostenido en los valores y valía de las personas, y apoyado en la responsabilidad de los amantes. El amor cuando es de verdad está comprometido, no sólo con el valor material físico, sexual, económico, corporal, estetico...etc., sino con la integridad de todos los valores espirituales que conforman a la persona.
El amor cuando realmente es amor está construido en el olvido propio para concentrarme en la atención del otro. Es el sentimiento que me viene experimentado del desvivirme para entregarme, y que, cuando lo percibo y experimento, me llena plenamente de gozo y de plenitud.
Ese amor no desvanece nunca. Ese amor es perdurable. Ese amor cura, da salud, es gozoso, no se engríe, no se irresponsabiliza, no se despreocupa, no se acaba, no se jacta, no exige, no es inseguro, no siente miedo y está abierto a los frutos que derivan de su entrega: los hijos. Ese amor es respuesta a un "SÍ" para siempre hasta que la muerte nos separe.
Indudablemente que ese clase de amor exige responsabilidad y entrega, pero por esa razón dará también la verdadera alegría y la felicidad buscada. Es lo que realmente cuesta, y se necesita ser muy persona humana integra, libre y responsable. Todo lo demás es asemejarse a lo irracional y animal. La dignidad de ser hombre nos viene dada por la verdad del auténtico amor que nos hace libre y nos dignifica.
Estoy de acuerdo que para alcanzar es propósito se hace necesario mucha ayuda. Yo diría que solos sería muy difícil realizarlo, por no decir, imposible. Pero tenemos la promesa de QUIÉN nos los ha prometido y está esperando nuestra llamada para que en ÉL, por ÉL y con ÉL caminar juntos y poder realizarlo. JESÚS se autoinvita al matrimonio, sacramento, para ayudarnos a superar todos los obstáculos que, por mucho que queramos y prometamos, nosotros solos no podemos cumplir.
Cada situación, por la que me sienta atraída hacia alguien, tendrá una diferente forma de interpretar el concepto amor. Y de esa interpretación derivará la perseverancia, la duración, la permanente ilusión de su unión. Porque cuando algo de lo que motiva la unión se resquebraje, dará lugar al comienzo de la ruptura y el desamor.
Y entendido así diríamos que el amor es algo efímero, temporal, dependiente, condicional, que termina cuando nuestros sentimientos deriven a otros intereses y apetencias. Si así son las cosas, creo que estaría de acuerdo con lo que está ocurriendo en nuestro mundo. Cada cuál se procurará su tipo de amor o amores para ir sosteniendo la ilusión y esperanza de su vida. Y cada vela que aguante su palo.
Bien es verdad, que un mundo sostenido desde esas premisas no resulta esperanzador y presenta muchas más amenazas, desorden, peligros, tristezas, sufrimiento y penas, que las alegrías y satisfacciones que nos puedan dar. Realmente, esto es lo que está ocurriendo y lo que va deteriorando nuestra convivencia social, porque de esas egoístas relaciones derivan consecuencias que influyen notablemente en el mundo que nos rodea.
Pero, en mi empeño de buscar respuestas que puedan dar serias esperanzas a esta tragedia humana, considero que el concepto amor tiene una dimensión superior a todos esos significados que, sometidos por nuestras propias esclavitudes, justificamos de forma falsa y engañosa.
El amor cuando es auténtico está dispuesto a ser eterno. El amor cuando es verdadero está dispuesto a superar riesgos, sufrimientos, tempestades hasta entregarse mutuamente hasta el extremo. El amor cuando es puro está sostenido en los valores y valía de las personas, y apoyado en la responsabilidad de los amantes. El amor cuando es de verdad está comprometido, no sólo con el valor material físico, sexual, económico, corporal, estetico...etc., sino con la integridad de todos los valores espirituales que conforman a la persona.
El amor cuando realmente es amor está construido en el olvido propio para concentrarme en la atención del otro. Es el sentimiento que me viene experimentado del desvivirme para entregarme, y que, cuando lo percibo y experimento, me llena plenamente de gozo y de plenitud.
Ese amor no desvanece nunca. Ese amor es perdurable. Ese amor cura, da salud, es gozoso, no se engríe, no se irresponsabiliza, no se despreocupa, no se acaba, no se jacta, no exige, no es inseguro, no siente miedo y está abierto a los frutos que derivan de su entrega: los hijos. Ese amor es respuesta a un "SÍ" para siempre hasta que la muerte nos separe.
Indudablemente que ese clase de amor exige responsabilidad y entrega, pero por esa razón dará también la verdadera alegría y la felicidad buscada. Es lo que realmente cuesta, y se necesita ser muy persona humana integra, libre y responsable. Todo lo demás es asemejarse a lo irracional y animal. La dignidad de ser hombre nos viene dada por la verdad del auténtico amor que nos hace libre y nos dignifica.
Estoy de acuerdo que para alcanzar es propósito se hace necesario mucha ayuda. Yo diría que solos sería muy difícil realizarlo, por no decir, imposible. Pero tenemos la promesa de QUIÉN nos los ha prometido y está esperando nuestra llamada para que en ÉL, por ÉL y con ÉL caminar juntos y poder realizarlo. JESÚS se autoinvita al matrimonio, sacramento, para ayudarnos a superar todos los obstáculos que, por mucho que queramos y prometamos, nosotros solos no podemos cumplir.
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