Desde hace mucho tiempo, creo que toda mi vida, he buscado, unas veces sin saberlo, otras sabiéndolo, que en la vida hay que optar a lo mejor. Ahora me doy cuenta qué he tardado en darme cuenta, qué era lo mejor. Algunas veces creía que era el ganar siempre en los juegos o deportes; otras que ninguna chica te podía rechazar; otras saber más que los otros...etc.
A medida que ibas madurando y creciendo, el abanico de posibilidades iba aumentando y presentándose más exigente. Ahora pensabas que tener y poseer era importante, pues con ello obtenía atraer muchas miradas e intereses hacia tu persona. Ser feliz estaba muy relacionado con ser atractivo, inteligente, rico e influyente. Se feliz era ser el primero frente a los otros y que los demás caminaran detrás de ti.
Pronto me di cuenta que eso era difícil y que no podías competir con otros en muchos campos. Por lo tanto, ser feliz era tener y tener para que los demás dependieran de ti, y así hacerte con el poder de mandar y dirigir. Eso te hacía importante y ser pretendido por todos. Pero, al mismo tiempo, me daba cuenta que todo eso significaba estar constantemente en pie de guerra y no tener paz para poder apartarte, estar tranquilo y confiado.
El solo pensamiento de verte sorprendido, engañado o despreciado me hacía la vida imposible. No tardé mucho en empezar a darme cuenta que tendría que haber otro camino, y que estos no estaban en la raíz de la verdad. Iba por caminos equivocados. Y, sin saber cómo, levanté la mirada y me dije: buscaré dónde puedo encontrar la verdadera felicidad.
No tardé mucho, no en darme cuenta, sino en saber que no estaba lejos. La tenía delante de mí y en lo más profundo de mi corazón: "el amor", pero un amor diferente al que había conocido, un amor desinteresado, despreocupado por la rivalidad, por el ser más, por el tener más, por el saber más...etc. Un amor que partía de aceptarse y darse, de ser humilde y comprender, de acompañar y sufrir en los momentos tristes, como de cantar y bailar en los momentos alegres.
A medida que ibas madurando y creciendo, el abanico de posibilidades iba aumentando y presentándose más exigente. Ahora pensabas que tener y poseer era importante, pues con ello obtenía atraer muchas miradas e intereses hacia tu persona. Ser feliz estaba muy relacionado con ser atractivo, inteligente, rico e influyente. Se feliz era ser el primero frente a los otros y que los demás caminaran detrás de ti.
Pronto me di cuenta que eso era difícil y que no podías competir con otros en muchos campos. Por lo tanto, ser feliz era tener y tener para que los demás dependieran de ti, y así hacerte con el poder de mandar y dirigir. Eso te hacía importante y ser pretendido por todos. Pero, al mismo tiempo, me daba cuenta que todo eso significaba estar constantemente en pie de guerra y no tener paz para poder apartarte, estar tranquilo y confiado.
El solo pensamiento de verte sorprendido, engañado o despreciado me hacía la vida imposible. No tardé mucho en empezar a darme cuenta que tendría que haber otro camino, y que estos no estaban en la raíz de la verdad. Iba por caminos equivocados. Y, sin saber cómo, levanté la mirada y me dije: buscaré dónde puedo encontrar la verdadera felicidad.
No tardé mucho, no en darme cuenta, sino en saber que no estaba lejos. La tenía delante de mí y en lo más profundo de mi corazón: "el amor", pero un amor diferente al que había conocido, un amor desinteresado, despreocupado por la rivalidad, por el ser más, por el tener más, por el saber más...etc. Un amor que partía de aceptarse y darse, de ser humilde y comprender, de acompañar y sufrir en los momentos tristes, como de cantar y bailar en los momentos alegres.
Pero, lo más importante, fue el descubrir que todo eso era utópico e irrealizable para mí. Yo sólo era incapaz de poder lograrlo. Mis limitaciones, mis miedos y temores eran muy fuertes para poder romperlos con mis solas fuerzas. ¿A dónde recurrir para recibir ayuda? ¿O todo era como un sueño lleno de fantasías y colores? ¿Había alguna oferta? ¿Alguien se nos ha ofrecido a acompañarnos y enseñarnos el camino de poder lograrlo?
Y no pude encontrar otro camino, porque verdaderamente no lo hay, sino el de injertarme en JESÚS que vino, se hizo hombre como yo, para acompañarme e indicarme, junto a ÉL, que he de hacer para alcanzar ser feliz. Porque ser feliz no puede ser cosa de momentos o algún tiempo. La felicidad si no es completa y eterna no es felicidad. Será gozo o alegría, pero no felicidad, porque felicidad que acabe es una quimera. No puedo conformarme con ser feliz por un rato para, luego, volver a empezar.
Eso de estar ansioso, angustiado, para luego gozar me suena a masoquismo. Algo que nos animaliza y nos hace hacer y repetir las cosas sin pensar ni pararnos a preguntarnos que estamos haciendo. Correr y correr y siempre dando vueltas a la noria de la felicidad, pero nunca encontrándola. Todo está caduco y tiene etiqueta de caducidad. No hay nada que valga la pena comprar y por lo que luchar. Ser para dejar de ser no tiene sentido.
Todas estas preguntas han circulado desde temprana edad por mi pobre cabeza y, poco a poco, he ido dando respuestas en la medida que me he ido abandonando a la acción de ESPÍRITU, sin por eso creer ni decir que estoy en el camino, sino que sigo buscando y resolviendo algunos pasos por pequeños que sean.
Y este es uno: "la felicidad". La Felicidad no se encuentra en las cosas, ni en las personas, ni en el saber. La felicidad se encuentra en DIOS AMOR que nos acoge, nos libera y nos hace sentir cuando amamos como ÉL nos Ama, un gozo pleno de felicidad eterna, que fuera de ÉL se desvanece y apaga, pero en ÉL se mantiene, aún cargando con nuestras cruces, necesarias para mantener la mirada fija en ÉL, hasta la hora de verle tal como es.
Por lo tanto, no hay mayor tesoro que buscar la verdadera felicidad que nace de encontrarnos con JESÚS y seguirle tratando de sentir en nuestro corazón los mismos sentimientos que ÉL sintió con nosotros. Y esa sí que promete ser una felicidad que va para siempre cuando llegue el momento del gozo definitivo.
Y no pude encontrar otro camino, porque verdaderamente no lo hay, sino el de injertarme en JESÚS que vino, se hizo hombre como yo, para acompañarme e indicarme, junto a ÉL, que he de hacer para alcanzar ser feliz. Porque ser feliz no puede ser cosa de momentos o algún tiempo. La felicidad si no es completa y eterna no es felicidad. Será gozo o alegría, pero no felicidad, porque felicidad que acabe es una quimera. No puedo conformarme con ser feliz por un rato para, luego, volver a empezar.
Eso de estar ansioso, angustiado, para luego gozar me suena a masoquismo. Algo que nos animaliza y nos hace hacer y repetir las cosas sin pensar ni pararnos a preguntarnos que estamos haciendo. Correr y correr y siempre dando vueltas a la noria de la felicidad, pero nunca encontrándola. Todo está caduco y tiene etiqueta de caducidad. No hay nada que valga la pena comprar y por lo que luchar. Ser para dejar de ser no tiene sentido.
Todas estas preguntas han circulado desde temprana edad por mi pobre cabeza y, poco a poco, he ido dando respuestas en la medida que me he ido abandonando a la acción de ESPÍRITU, sin por eso creer ni decir que estoy en el camino, sino que sigo buscando y resolviendo algunos pasos por pequeños que sean.
Y este es uno: "la felicidad". La Felicidad no se encuentra en las cosas, ni en las personas, ni en el saber. La felicidad se encuentra en DIOS AMOR que nos acoge, nos libera y nos hace sentir cuando amamos como ÉL nos Ama, un gozo pleno de felicidad eterna, que fuera de ÉL se desvanece y apaga, pero en ÉL se mantiene, aún cargando con nuestras cruces, necesarias para mantener la mirada fija en ÉL, hasta la hora de verle tal como es.
Por lo tanto, no hay mayor tesoro que buscar la verdadera felicidad que nace de encontrarnos con JESÚS y seguirle tratando de sentir en nuestro corazón los mismos sentimientos que ÉL sintió con nosotros. Y esa sí que promete ser una felicidad que va para siempre cuando llegue el momento del gozo definitivo.
Querido Salvador... Cuanta verdad encierran tus palabras en relacion a la felicidad. Yo tambien, busque durante mucho tiempo la felicidad en cosas terrenas... Cuando mas joven, creia que la felicidad estaba en aquel novio al que quise mucho... o en aquella amiga de la preparatoria en quien yo depositaba toda mi confianza... O que la felicidad me la podia brindar un posicion economica elevada o por la gran cantidad de amigos que me rodeaban (mientras que tuve que regalarles)...
ResponderEliminarNo es sino hasta hace unos cuantos meses, en que cai en cuenta que la felicidad solamente se puede encontrar en Dios Nuestro Senor... En su Hijo Jesucristo. Cuanto tiempo perdido amigo mio.... Cuantas falsas ilusiones hemos enfrentado en nuestras vidas.. Pero he llegado a la conclusion, que aun estoy a tiempo de transmitir este amor tan grande por Cristo, a mis hijos, a mis amigos (los que ahora me siguen porque comulgan en Cristo...
Muchas gracias por tan acertadas palabras. Que Dios te siga bendiciendo siempre. Un abrazo en Cristo....
Claro Kalina, siempre estamos a tiempo, porque para DIOS no cuenta ni existe el tiempo.
ResponderEliminarAdemás, gracias doy al SEÑOR porque lo que estimo como tiempo perdido no lo es, pues ese camino ha servido para llevarme a la presencia de ÉL. Así le ocurrió al hijo prodigo y el resultado de su experiencia fue el descubrir su verdadero tesoro. Sin embargo, el hermano mayor, estando delante del PADRE, no lo había reconocido.
Por lo tanto, bendita circunstancias, equivocaciones, errores, tiempo, aparentemente, perdido, porque ha sido el camino de llevamre delante del SEÑOR. Y ahora, sabiéndolo, a esforzarnos en no desaprovecharlo injertados en JESÚS, y asistido por el ESPÍRITU SANTO.
Una alegría tu presencia, tu comentario,tu compartir y el saber de tu peregrinar por el camino del SEÑOR, que nos fortalece, nos motiva, nos revierte la Gracia del Cuerpo Místico de XTO.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.