Mi primera reflexión del año nacida de mi propia vivencia e inquietud. Porque mi yo se irá formando de las experiencias vividas que se van incorporando a mi conciencia y las asumo y asimilo como parte de mi carácter y personalidad. Podemos decir que "la prueba del algodón", nunca mejor dicho, entre comillas, es la constatación de la práctica de esos hechos que van plasmando mi vida en el acontecer diario de mis vivencias.
Es momento de retomar, no empezar, porque ya estamos en el camino, de nuevo la marcha después de un descanso de un año que termina y el nuevo que se abre en el horizonte de nuestra ruta. Y lo primero es despejar nuestra mente, clarificar nuestro proyecto y valorar nuestro tesoro. Porque de eso va a depender nuestra dirección y la importancia trascendente de nuestros actos.
Y es que sí nuestra meta acaba aquí y no trasciende, el camino pierde mucho interés y valor. El sentido del esfuerzo, de la entrega y la rectitud queda desdibujado por una meta finita, temporal y limitada. Poco me va a importar hacer, para luego desaparecer. No, por esto, significa que no haga, pero mi dignidad queda alineada con la de cualquier otro ser viviente y, en ese momento, todo pierde su sentido y motivación. De alguna manera me siento determinado y, en consecuencia, encarcelado y víctima de mis propios apegos y limitaciones.
Es cuando empiezo a sentir algo dentro de mí que me empuja a mirar más alto; a pensar que puedo volar y alcanzar la eterna libertad; a pensar que he nacido, no para desaparecer, sino para perpetuarme eternamente. Es cuando me doy cuenta de que soy libre y, a través del amor, puedo alcanzar esa meta a la que, desde lo más profundo de mi ser, aspiro y deseo desesperadamente. Diría que, sin darme cuenta como Mario Melazzini, mi mayor problema va a ser ese deseo incurable de felicidad.
Desde aquí voy a arrancar este año 2009 cargado de pesimismo económico, crisis financieras, desempleos, paro, hambre, abortos, eutanasia, guerras de poder, ambiciones personales y egoístas, individualismos, indiferencias, personalismos, prepotencias, suficiencias y cuanto más quieran añadir los que quieran acompañarme a reflexionar por esta ruta del 2009.
Lo primero que se me ocurre es hablar de mí, porque no quiero hablar de otros. Y pienso, como titula mi blog: mis vivencias e inquietudes, hacerme una pregunta, que creo está en el pensamiento de todos: ¿quién soy? Porque sólo desde ahí puedo encontrarme y encontrar respuestas y pautas para seguir por la ruta auténtica.
¿Soy alguien llamado a ser según lo que vaya descubriendo de acuerdo con lo que pienso, aprendo y me interesa? ¿Soy alguien que invento mi vida según mis conocimientos, prepotencias, gustos y apegos? ¿Soy un ser que miro para mí, me aíslo y comparto desde mis propios convencimientos y verdades? Y seguiría preguntándome en esa línea en la medida que voy haciendo camino. Hay un año por delante y mucho camino que andar, pero, ¡eso sí!, sin engañarme, porque el autoengaño se me mete en mis entrañas sin darme cuenta. Es un tema, el autoengaño que merece ser tratado en profundidad y trataré, a lo largo del año, reflexionar sobre ello.
Se alarga mucho la reflexión y no quiero cansar ni atiborrar de muchas ideas que, en lugar de ayudar humildemente a buscar el camino, aumenta la espesa niebla que ciega y no deja verlo mejor. Por eso voy a concluir con el pensamiento fundamental que ha originado esta reflexión, y que es el fundamento de toda ruta: el amor.
Amar es morir. Parece una contradicción, pero todos sabemos que el que ama es capaz de dar su vida por el otro. Así lo hizo JESÚS y así lo hacen muchos padres y madres por sus hijos. También lo hacen muchos misioneros y misioneras, seglares que dejan todos para entregarse a los desheredados y carente de todos. Pero tratando de profundizar más, amar es acompañar y caminar al lado de otros, Iglesia, que caminan con nosotros. A pesar de las contradicciones, de las frustraciones, de los desencuentros, de las puñaladas, de las desilusionantes experiencias, de las antipatías, de las traiciones...
Porque amar es eso y eso es lo que me da la oportunidad de demostrar mi amor. Esa es "la prueba del algodón" dónde puedo experimentar y experimentarme amor. Y ese es el campo dónde me puedo ejercitar, sacrificar, esforzar, probarme, darme y morir. Esa es la señal de limitación de velocidad que debo imprimir a mi vida. Unas veces, más deprisa y otras más despacio, porque todos no somos fórmula uno, ni mercedes... los hay Seat, Renault... ¿O no es lo que hizo JESÚS y lo que nos mandó que hiciéramos?
Por eso somos lo que somos: seres en relación; seres comunitarios; seres que nacemos en familias y en pueblos y caminamos enracimados, como tales racimos de uvas, y cuando uno se pudre, empieza a infectar y pudrir a los demás. Y ese es el campo de nuestro compromiso y donde tenemos que estar esforzándonos en morir como consecuencia de entregarnos por amor. Esa es la tan traída y llevada cruz de la que tanto hemos oído hablar. No la tenemos que buscar, ni preocuparnos por encontrarla, está en nuestra propia vida, a nuestro lado y no nos damos cuenta. Busquemos y miremos y verás como la vemos.
El amor es un tremendo regalo que DIOS nos dejó y debemos ser capaces de dar sin esperar recibir.
ResponderEliminarCariños.
Así es. Esta reflexión surgió por los tremendos problemas que surgen en las comunidades. He oído a muchas personas expresar su aislamiento como resultado de sentirse desilusionados y engañados por la vivencia en las comunidades. Cuando hablo de comunidades me refiero a la permanencia en la Iglesia como militante y seglar comprometido. Cada uno desde donde pueda aportar su colaboración, no sólo material sino también espiritual: ¡Iglesia somos todos!.
ResponderEliminarY es ahí donde hay que resistir y permanecer, en la común-unión, pues para eso está el amor.
Gracias y un fuerte abrazo.
Hola Salvador, desde mi visión (que tengo que confesar, no soy seguidora de la iglesia, lo cual no me impide ser buena gente) he de decirte que tu reflexión es interesante y profunda.
ResponderEliminarLlevo algunos meses leyendo cosas al respecto, intentando crecer como ser humano, Cultivar mi interior y sentir ese "desapego" por las cosas materiales.
El ser humano es muy complejo y es capaz de comprar cualquier cosa que le haga sentir bien.... sin ver más allá de sus narices.
Creo que ser capaz de ver mas allá, pero mucho más allá, podría darnos la visión necesaria y lo suficientemente objetiva como para cultivar algunas cosas a largo plazo.
pero llegar a eso, es avanzar mucho, conseguir ese estado de "pureza" solo está reservado a unos pocos... los demás solo aspiramos a rozar apenas esa sensación.
Encancantada de visitarte, y si me admites, volveré. Eso sí, sin iglesia ni dios que me gobierne.
Un beso, cielo.
Natacha.
¡No lo dudes nunca, siempre serás bienvenida y tus comentarios aceptados sean coincidentes o no! Nunca nadie, desde aquí, mi humilde blog, va a, ni siquiera, intentar gobernarte. Y menos el SEÑOR que nos ha hecho libres para decidir como queramos y entendamos. Sólo lo que tratamos es de ayudarnos a buscar la luz que todos, supongo, queremos encontrar. Y cada uno lo hará desde su fe y sus experiencias vividas. En eso creo que todos estaremos de acuerdo.
ResponderEliminarAlcanzar la plena libertad no está al alcance de unos pocos privilegiados. Es para todos, porque para eso vino DIOS, en su HIJO JESÚS, al mundo. Sólo hay que conventirse y estar dispuesto a dejarse modelar por la Palabra y el ESPÍRITU. No es fácil, pero DIOS lo puede todo.
Por favor no entiendas que yo soy un convertido. Sólo trato de hacerlo y esforzarme en ello. Mi vida está llena de caídas y fracasos; de apegos y frustraciones; de volver a empezar; de impotencias y confusiones. Pero sé que ese es el Camino y nada en el mundo me podrá llenar ni dar la felicidad eterna que busco y a la que estoy llamado.
Un abrazo y no dejes de volver, pues tus comentarios son los que hacen caminar.