¡Qué
buena idea!, recordó el amigo. Espontáneamente y sin saber cómo me vino esa
idea, sentido común, pero en esos momentos se hace difícil reaccionar Lo tumbé
boca abajo y le apreté el estómago lateralmente y vomitó agua y supongo que
también algo de comida. Mi diagnóstico fue lo que coloquialmente llamamos «corte de digestión». El agua fría y, quizás
todavía haciendo la digestión ocasionó ese corte que casi le cuesta la vida a
ese compañero de la mili.
La cara de ese amigo mientras me contaba ese hecho de su vida reflejaba un gozo y una satisfacción que parecía que estaba viviendo ese momento. Él sabía que su intervención había salvado la vida de su compañero y, lo que nunca sabremos es ¿por qué estaba él allí?
«Las
cosas, siguió Manuel, recordando los recuerdos que le venían al ver las fotos,
suceden y no le damos la importancia que tienen. Quizás no nos paramos a pensar
en ellas, pero, después de un tiempo y buscando respuestas, descubrimos que
posiblemente allí estaba el ángel de la guarda, y les movió a los dos a actuar
para salvar la vida del que estaba en peligro».
Con el recuerdo de todos esos hermosos
y no tan hermosos momentos vividos de su tiempo, Manuel se quedó perdido por
unos instantes. Luego, como si despertara de un sueño, pensó. «Lo verdaderamente
importante no es lo que haya vivido, gozado sufrido, lo que cuenta es el ahora
y el presente y, sobre todo, el amor que tanto antes, como hoy hayas y estés
dando».
Paró unos segundos, se acomodó mejor y
dio rienda suelta a su pensamiento. «¡Es verdad!, lo que importa es la cantidad
de amor que hayas dado. Eso no se borra, permanece y su gozo arde cada instante
que lo revives y lo sientes dentro de ti. A diferencia de otros momentos
lúdicos, ociosos y hasta placenteros. Esas sensaciones desaparecen y lo que
deseas, ¡si tienen un recuerdo satisfactorio, es repetirlas! Quizás te generan
dependencia, pero, nunca ese gozo interior que permanece encendido como una
llama que no se extingue.
¡Sí, repetía en su interior inundado
de gozo y felicidad! El amor que has dado está vivo dentro de ti y te hace
sentirte bien, en paz, feliz y eternamente gozoso. Es algo increíble,
inexplicable y desconocido. No se puede conocer sino cuando realmente se vive.
Entonces comprendes que dar es más importante que recibir y que cuánto más das,
más feliz eres».
Se detuvo reflejando un semblante
relajado, feliz y lleno de paz. Como si tratara de que ese momento gozoso no se
le escapara. Algo así como si estuviera en el Tabor.[1]
Pasado unos segundos, Manuel entendía lo importante que es llevar el corazón
cargado de buenas obras y la historia, la buena historia, es para llenarla de
esas obras de amor. Porque, eso es lo que realmente queda. Lo demás solo son
recuerdos, pero los que llevan amor tienen vida y prenden tu corazón cuando
llegan a tu mente.
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