Escuchamos lo que nos dicen o lo que queremo escuchar... |
Me pregunto hasta que punto escuchamos. Porque escuchar implica hacer tuyo lo oído y reflexionarlo fuera de tus propias ideas, adecuándolo o aplicándolo a lo proyectado. Sin embargo, ocurre que cuando escuchamos esperamos encontrar la respuesta que nosotros pensamos y hemos previamente razonado y aceptado. Visto así, no es extraño que cueste mucho asimilar, entender o asumir lo escuchado.
Que en realidad no hemos escuchado sino oído, porque dentro de nosotros moraba ya lo escuchado y aceptado en otro momento o lugar. Por eso, pienso que el acto de escuchar es bastante duro, difícil y exige una muy dura concentración. Y un ejercicio de exclusión, más duro todavía, de nuestras ideas y nuestros criterios fosilizados dentro de nuestra mente.
En ese sentido, escuchar es nacer de nuevo, abrirse a las ideas del otro y ser capaz de ser renovado en la medida que comuniquen verdad. Verdad que se irá revelando en la medida que las busquemos sin rechazarla sino exprimiéndolas y rumiándolas hasta dejar sólo su esencia de verdad, si es que la tiene. Pero, antes, hemos evitado el enfrentamiento, el rechazo y la oposición, y facilitamos el camino para la búsqueda y el encuentro. Supongo que eso sería el mejor camino para facilitar el diálogo y la comprensión.
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