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domingo, 24 de mayo de 2009

¿ES NUESTRA VIDA ASCENDENTE?


Me pregunto que está pasando en mí, y me hago esa pregunta porque si mi amistad con JESÚS no se concreta en unas consecuencias que se hacen obras y realidad, algo debe estar pasando en mí. Porque el encuentro debe concretarse en un estilo muy singular y práctico: el amor. Y el amor no puede quedarse en un concepto y buena intención, sino que debe plasmar mi estilo de vida.

Y ese estilo de vida tiene un modelo referente que marca claramente cual debe ser mi trayecto y mi progresión. Por eso, cuando me paro en el camino de cada día y me esfuerzo en revisar mi estilo de vida y mis avances, me acuerdo mucho de lo que público aquí y comparto con ustedes, porque mis palabras deben dar paso a mis obras, como predica iskander, un buen amigo, que testimonia su fe con obras.

Y nada vale esconderlo, no mirarlo o pasar de puntilla, porque al SEÑOR no se le puede engañar, y de nada, sabido es, vale una fe sin obras, porque las obras delatan que realmente no hay fe. Y esa es mi constante preocupación, mi compromiso tiene que aterrizar en obras que testimonien lo comprometido. Más, el amor del PADRE, que JESÚS nos ha manifestado y enseñado, no nos señala acusadamente, sino nos mira con ternura, con animo y con bondad, para que nos sepamos perdonados, esperados, queridos y reemprendamos el camino con total confianza.


No debemos desesperar, porque desespero equivale a desconfianza, sino confiar e irnos entregando en el esfuerzo de mejorar y de avanzar. JESÚS nos enseña el camino. ÉL bajó, hecho hombre, a este mundo donde abunda el pecado y la injusticia, pero lo penetró de su Gracia y lo llenó de alegría y esperanza para todos aquellos que confían y creen en ÉL.

Y, una vez en él, nos enseña a subir, de Galilea a Jerusalén, de lo humano a lo sobrenatural, de lo concreto de cada día: nuestra vida, nuestro alimento, nuestras relaciones, nuestras justicias, nuestro compartir, nuestro respeto, nuestra libertad... a los valores, a lo espiritual. ÉL se cargó con todas las limitaciones de nuestro mundo y acepto la Cruz de aguantar, de soportar, de tener paciencia, de esperar, de comprender, de responder, de aliviarnos, curarnos... y en esa medida desde el infierno del mundo fue subiendo a la Gloria del PADRE.


Y hoy culmina su obra con la Ascensión a los Cielos, a la Gloria de DIOS PADRE, sentándose a la derecha. No sólo estaba todo terminado con la Resurrección, sino que se completa con la Ascensión, porque la Resurrección tenía que tener un final y un cometido. JESÚS no puede seguir entre nosotros tal como vino, y, ahora, una vez vencida la muerte emprende el camino hacia la Gloria junto al PADRE.

Y nos promete regresar, pero regresar para llevarnos definitivamente con ÉL al lugar donde ÉL mora, junto al PADRE. Allí nos está preparando un lugar, como nos ha prometido, para cuando vayamos con ÉL. Por lo tanto, antes tenemos que pasar nuestra cruz, nuestro examen de amor, no sólo, sino junto a ÉL y asistidos por el ESPÍRITU. Y ese examen debe ser ascendente, como ÉL.

Y ascendente significa que cada día hay que dar un paso más; que cada día hay que mejorar; que cada día hay que marcar el paso con este estilo nuevo de vida que nos asemeja a ÉL; que cada día debemos responder a nuestro compromiso; que cada día debemos colaborar en, desde nuestra parcela, construir un mundo nuevo, mejor, más en sintonía con su Verdad, con sus enseñanzas. Eso significa que cada día nos jugamos nuestra vida, y no de una forma experimental, de prueba, sino de una forma definitiva, para siempre. Aquí no hay medias tintas, ni compromisos a medias, sino una respuesta para toda la vida.

Por eso, termino esta mi vivencia reflexiva preguntándome sí mi vida lleva este camino de ir logrando y quemando etapas de mejoras, sí hoy quiero más que ayer al mundo, y menos que lo querré mañana. Sí estoy dispuesto a entregarme en los brazos del ESPÍRITU SANTO para doblegarme a su Acción, a su Voluntad, a sus Mandatos. Sí hoy quiero comprometerme para siempre con mi familia, con mis hermanos, con mi compromiso bautismal.

Pero sin traumas, sin desesperación, sin agobios, sólo con disponibilidad, humildad, actitud de servicio, de sencillez, de entrega, de docilidad, de fortaleza en sintonía con ÉL, de confianza y de saberme querido, perdonado en mis fallos y caídas, y, sobre todo, amado y esperado.

6 comentarios:

  1. O soy de Cristo o soy del mundo. Y si soy de Cristo tengo que intentar parecerme a Él, seguir sus pasos, dar testimonio, y por muchas dificultades que encuentre en el camino, no desfallecer nunca porque sé que, aunque por mí misma nada puedo, es Él quien me lo da todo.

    Salvador, gracias por tus reflexiones que ayudan tanto a meditar.

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  2. Gracias a ti, eligelavida, porque tus resonancias son estrellas que alumbran el firmamento y resplandecen en el camino, señalándolo e iluminándolo.
    El tesoro hallado te llena tanto de alegría que hace que lo anuncies y ol proclames. No lo puedes guardar, porque de hacerlo quedarías empobrecido, vacío, sin sentido. Los demás son los que dan sentido a tu vida, y en la medida que te des, todo lo que DIOS te ha dado, recibes. Es el tan prometido "ciento por uno".
    Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

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  3. Salvador, ese ascender impone la lucha diaria, la tenaz conquista de una meta tras otra, hasta alcanzar la última, la añorada cima de ser santo...

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  4. Tu lo has dicho, Roberto. Esa es nuestra meta: "la santidad". "Ser perfectos como mi PADRE Celestial es perfecto". Y eso deriva en que no podemos recorrerlo sólo, pues nuestro pecado se nos hace mucho lastre, por lo tanto, necesitamos recorrerlo con ÉL, fuente de toda Gracia, que nos fortalece y nos ilumina para poder vencer.
    Gracias por tus buenos comentarios y por tus enlaces.
    Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS y que en ÉL, juntos y en peregrinación, nos ayudemos en el camino hacia la Casa del PADRE.

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  5. la meta propuesta.......la santidad...........
    cuánto debemos trabajar para ésto.!!

    gracias por compartir este texto tan profundo..

    un abrazo, amigo

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  6. Estamos llamado a eso, Adri, y tú haces mucho para conseguirlo. No debemos tener miedo, como nos ha dicho Juan Pablo II, pues el SEÑOR sabe de nuestra condición, somos sus hijos, y como una madre sabe como somos, lo que podemos dar y nuestras limitaciones. Lo que no podamos nos lo dará ÉL. Tengamos fe y esperanza en nuestro PADRE DIOS.
    Tú eres un buen ejemplo y una aspirante a santa. Claro, que los que están en el camino son los primeros que no se lo creen y eso es bueno, porque la humildad es lo que nos hace ser ascendente cada día en nuestra vida.
    Ánimo y un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

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