En los comentarios del artículo el juguete, creo que fue el de Hilda, surgió en mi otra aplicación que contiene en sí el juguete. Y es su valor didáctico. Recuerdo que, en mi época, fui un niño conflictivo en esos momentos. No exteriorizaba mis sentimientos, pero llegué a sufrir al no aceptar de buen agrado el juguete que tenía delante.
Son momentos educativos que debemos contemplar y esforzarnos en regalar a nuestros hijos. Ese sería el mejor regalo, que les ayudemos a hacerse personas agradecidas, generosas, solidarias, dialogantes, pacientes, respetuosas, conformes con lo que reciben, dispuestas a compartir, incluyente, no exlcuyentes, y abiertas a la renuncia de aquello que no está a nuestro alcance o no nos conviene.
El juguete, aparte de tener un componente de riesgo, tiene, de mucha más importancia, un valor didáctico que nos sirve de gran valor para educar a nuestros hijos. Que en estas Navidades sepamos aprovechar esta oportunidad para aprender a compartir y aceptar todo lo que nuestros padres nos regalen con su esfuerzo y trabajo. Y, sobre todo, que pensemos que el Niño DIOS quizo nacer en el silencio, la sencillez y pobreza, eso sí, medios necesarios para llegar a encuentro donde se esconde el verdadero tesoro: la felicidad.
¡Feliz Navidad!
Y no se trataba de estar a disgusto y no aceptarlo, sino que la ansiedad por entenderlo y sacarle partido me desesperaba y hacia que, ante la tranquilidad de los otros, me pusiese nervioso e intranquilo. Luego, todo eran justificaciones y pataleos para llamar la atención. También, muchas veces te imaginabas situaciones idílicas o imaginarias que luego no eran así y te desilusionabas y entrabas en confusiones y desespero.
Sin embargo, todo pasaba en pocas horas y volvías a la realidad. Esas vivencias me han ayudado a aceptarme y a encajándolas he ido madurando y dándome cuenta que lo importante son otras cosas y no el objeto en sí. En eso, he tenido la suerte de tener unos hijos que me han enseñado mucho. Sinceramente creo, que, a parte de ellos, mi mujer, su madre, tiene mucha culpa en eso. Ella les ha transmitido con su desapego y entrega el justo valor de las cosas.
Mis hijos nunca han peleado por nada; nunca han pedido nada y siempre se han conformado de buen grado con lo que se les ha presentado; siempre han presentado una sonrisa o un gesto de conformidad con lo recibido; me han enseñado mucho con respecto a eso. Y hoy, en vísperas de este acontecimiento cultural quiero traer al primer plano mis vivencias y consejos, si puedo darlos, sobre ese valor didáctico del juguete.Es una oportunidad inmejorable aprovechar estas circunstancias para dialogar y dar criterios sobre el valor de recibir lo que otros, en este caso tus propios padres, hayan elegidos, cargados de amor, para ti; los que otros, tus padres, hayan dedicado de su tiempo, de sus tareas y ratos de ocio para dedicarlos a pensar en ti y regalarte lo que creen que te va a gusta y a servirte de utilidad.
Es una oportunidad para aprender a ser agradecido; para darte cuenta que no tienes derecho a recibir nada; para darte cuenta que tienes la vida regalada y el cuidarte y acompañarte a crecer y educarte es ya bastante regalo; para mirar a tu alrededor y observar que hay muchos niños como tú que no tienen ni que comer, y que su mayor regalo sería poder comer caliente ese día.
Es una oportunidad para aprender a compartir, a poner lo tuyo junto al otro y lo del otro junto a lo tuyo; es una oportunidad para aprender a escuchar la alegría y el entusiasmo del otro y a ofrecer la tuya; es un oportunidad para ser agradecido y para agradecer todo lo que tienes y todo lo que te dan.
Son momentos de aprender a aceptar lo que no han podido darte y empezar a comprender que los juguetes son un medio no un fin para servirnos de entretenimiento y ayudarnos a desarrollar nuestra cualidades y habilidades. Son momentos de compartir el sacrificio y la buena voluntad de saberte rodeado por unos padres que piensan y se afanan en darte todo lo mejor que tienen a su alcance; son momentos de comprender que tus derechos tienen unos deberes y como tal tienes y debes corresponder.
Son momentos educativos que debemos contemplar y esforzarnos en regalar a nuestros hijos. Ese sería el mejor regalo, que les ayudemos a hacerse personas agradecidas, generosas, solidarias, dialogantes, pacientes, respetuosas, conformes con lo que reciben, dispuestas a compartir, incluyente, no exlcuyentes, y abiertas a la renuncia de aquello que no está a nuestro alcance o no nos conviene.
El juguete, aparte de tener un componente de riesgo, tiene, de mucha más importancia, un valor didáctico que nos sirve de gran valor para educar a nuestros hijos. Que en estas Navidades sepamos aprovechar esta oportunidad para aprender a compartir y aceptar todo lo que nuestros padres nos regalen con su esfuerzo y trabajo. Y, sobre todo, que pensemos que el Niño DIOS quizo nacer en el silencio, la sencillez y pobreza, eso sí, medios necesarios para llegar a encuentro donde se esconde el verdadero tesoro: la felicidad.
¡Feliz Navidad!
Hola Salvador, primero que nada, mil gracias por tomar en cuenta mis comentarios.
ResponderEliminarSegundo, me encantó tu post!!
En esta era de mercadotecnia, de utilitarismo, a los padres se les olvida lo que mencionas, que los juguetes son un medio y no un fin.
Me gustó mucho tus palabras sobre que podamos aprovechar hasta algo tan sencillo como un juguete para educar.
Saludos y feliz navidad. Hilda
Hacer un regalo cuesta. Cuesta buscar lo apropiado, lo útil y lo que necesita la persona destinada a recibirlo. En el caso de nuestros hijos, no sólo cuesta buscar eso, sino que debemos interesarnos para que también ayude a educarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.