EL PODER DE LA AMBICIÓN

Detrás de todo litigio hay siempre algo de ambición. Se establece un conflicto porque uno quiere más que el otro, o viceversa. Siempre hay razones que esgrimir para dirimir y establecer un conflicto. Ahora lo establece Cataluña con sus razones nacionalistas y configurarse como una nación independiente.

No les empuja ningún patriotismo, ni ninguna lealtad. Si eso se lograra, que me parece descabellado e imposible, pronto descubrirían el error de secundarle sus disparatadas propuestas. Porque les mueve el orgullo, la vanidad y la ambición de querer ser jefes de un pueblo, para luego no saber qué hacer. Quizás les saltará la idea de enriquecerse y de darse la gran vida.

Ninguno está dispuesto a dar su vida por su querida Cataluña. Una vez separados, soñamos para poder continuar la reflexión, empezarán otra guerra. Guerra entre ellos mismos por disputarse el poder de mandar y ser los jefes de su pueblo. Ocurre ya en todos los países, y también en España. Cataluña no sería una excesión, y digo no sería, porque no creo que eso se pueda dar, a pesar de que es inevitable que haya escándalos.

La vía de la concordia, de la unidad, de conservar sus diferencias pero permaneciendo unidos y buscando el bien de todos es el camino mejor y el más lógico. Y el que le conviene a Cataluña y a todas las regiones que conforman esa nación que se llama España. Separarse no es sino buscar debilitarse para caer en las redes de otros más poderosos. Y así salen de un lugar para caer en otro posiblemente peor.

Espero que los catalanes sepan discernir y encontrar el camino que mejor va a los intereses del pueblo y permanezcan unidos, para su bien, a la nación a la que pertenecen. La experiencia nos enseña que las separaciones nunca son buenas y que siempre es mejor permanecer unidos. Supongo que la gente mayor conoce por su propia experiencia las dificultades y los peligros de quedarse en manos de un gobierno que no ha dado la talla y que ha empeorado la situación.