Podemos caminar muchos kilómetros; recorrer el camino de Santiago varias veces, y asistir a la Eucaristía todos los días, tal y como yo hago, pero si no transmito paz, estoy recorriendo un camino equivocado. De la misma forma, puedo rezar el Padre nuestro varias veces al día, pero si no perdono ni vivo la misericordia, de nada me sirve rezarlo siete veces cada día.
No se trata de hacer, sino de ser. Dar paz necesita llevarla en la mochila y fabricarla con la masa del amor en todo momento. Dar paz necesita la levadura de la negación, el condimento del olvido y la abnegación del que camina despojado de todo aquello que le impida caminar hacia el encuentro con el Padre.
Dar paz es levantarse y, tal hizo el hijo prodigo, vaciarte de toda soberbia, orgullo y dignidad arrogante y suficiente, ponerte en camino, revestirte de humildad, reconocerte pobre y pecador y enfilar rumbo hacia el Padre. Ese camino se volverá, aunque duro y pedregoso, alfombrado y gozoso, pues el Amor al que vamos nos inundará de paz y misericordia.
Por lo tanto, queridos caminantes y hermanos en Xto. Jesús, hagamos camino al caminar y no caminemos en balde. Para eso, primero, vayamos juntos, unidos de la mano virtual de "Caminemos juntos, 8ª etapa, y segundo, sintamosno enviados por Jesús, igual que los setenta y dos discípulos que Él envió en su tiempo terrenal, y tomemos conciencia que se nos ha dado los mismos poderes que a ellos: "Ser transmisores de paz y someter a los demonios".
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