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jueves, 27 de diciembre de 2012

LUCES, CELEBRACIONES Y ALEGRÍA

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Son días que la alegría nos contagia, incluso sin ánimo de mucho festejo terminamos contagiado por tantas celebraciones y fiestas. La atmósfera nos envuelve y nos impulsa a saltar y celebrar y todo parece diferente y lleno de color. Parece un sueño y hasta nos sentimos drogados y atraídos. Es la Navidad, pero, ¿en realidad sabemos que celebramos y por qué?

En principio no parece importarnos mucho, estamos contentos y alegres, y eso es lo que importa. Ahora, las luces, los colores, los regalos, preparativos y demás acaparan nuestra atención y preocupaciones. Hay una agitación interior que nos descentra y todo se transforma en algarabía y entusiasmo que no nos deja pensar ni darnos cuenta del por qué de tanto alboroto.

La llegada de los familiares lejanos, los cercanos en la distancia pero lejos en el corazón, algunos invitados y la familia en general son el centro de nuestro interés. Nos afanamos en preparar todo y no dejar detalles que nos delaten y descubran nuestras debilidades y descuidos. Estamos tensos, pero nos prometemos una noche festiva, alegre y entusiasmante.

Sin embargo, llega la hora y pasa la hora, porque hemos apoyado y construido nuestra celebración sobre cosas perecederas, caducas y finitas. Todo, pasada la hora desvanece, y nos invade el vacío y posiblemente el sentimiento de tanto trabajo en balde. Lo hemos pasado bien, pero nos quedamos insatisfecho cuando no enfadado por algún contratiempo. La resaca, si hemos bebido, nos traerá cansancio y dolor de cabeza. Las luces se apagan y da la sensación que na ha nacido nadie. 

¡Bueno, si lo que pretendíamos era festejar el nacimiento de Alguien! Cuando construimos sobre arena suele pasar eso, llega la tempestad y todo se derrumba. La alegría encuentra buena tierra y hunde sus raíces cuando se instala en el centro del corazón y se riega con el amor. 

Ese amor abonado con el sacrificio, la disponibilidad, el olvido de ti para recordar al otro, la paciencia y el compartir encenderán las verdaderas luces y esas sí que durarán toda la noche de tu vida alumbrándote el camino hasta encontrar el verdadero gozo de la felicidad que salta hasta la vida eterna. 

Si en esos condimentos y regalos apoyas tu celebración, sí estarás celebrando la verdadera Navidad y esperando el nacimiento de un Niño Dios que alumbrará tu vida y te llenará de paz y amor.

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