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viernes, 28 de septiembre de 2012

APLAUSOS QUE NO HACEN RUIDO...

 Dios mío, en Ti confiaré. Mi escudo eres Tú. y la fuerza de mi

pero llenan y ensanchan el corazón. Normalmente cuando oímos ruidos y algarabía jubilosa a través de aplausos, identificamos que algo bueno ha sucedido: se ha alcanzado un objetivo, se ha metido un gol, se ha ganado una batalla...etc. El aplauso conlleva alegría y aprobación de que se ha hecho bien lo que se tiene entre manos. Se aplaude jubilosamente.

Sin embargo, hay actos que llevan implícito un aplauso callado, sin hacer ruido, silencioso y sin alteraciones. Nadie lo nota a simple vista porque está escondido en la raíz de la vida. Es humilde y pasa desapercibido porque se hace rutina, común, normal. Y no estoy diciendo que lo normal no lleva aplauso. ¡Todo lo contrario! 

Sería lo normal lo aplaudible porque es lo que persevera lo notable, lo que no es tan común. Y eso es digno de ser aplaudido. Un servicio callado, humilde y atento en la visita a un enfermo. Un permanecer paciente en atenta escucha ante el desahogo de un amigo o enemigo. Unas frecuentes visitas a la cárcel para servir y acompañar a los privados de libertad...etc.

Una respuesta justa, comprometida, servicial en tu profesión laboral. Un estar y responder a tu vocación familiar, de padre o esposa. Un empeño en hacer tus responsabilidades con ganas, entusiasmo y solidariamente. Esos son los aplausos que no se escuchan pero que están ahí, porque nuestro Padre del Cielo los observa y los premia con sus Aplausos. 

Y, verdaderamente, son esos aplausos los que importan porque son los que más valen y los que aplauden en verdad. Nuestro público es el Padre del Cielo. Es Él el verdaderamente es importante y el que nos debe importar que nos vea y aplauda.

1 comentario:

  1. Muy cierto lo que cuentas, esos aplausos silenciosos si que son los que verdaderamente deberían escucharse como un estruendo por todas partes, porque se merecerían un aplauso de todas las gentes cada buen acto con una persona. Si el mundo no aplaude Dios aplaudirá y recompensará. Un abrazo

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