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lunes, 16 de julio de 2012

UN JOVEN RICO, PERO...

El tesoro de mi playa
 Sin esperanzas, solamente las que pueden dar el dinero y los bienes materiales, pero nada más. Valores materiales corruptos, efímeros, caducos, que tienen sus días contados, ¿y luego qué? Porque, quieras o no, sabes que llegará un día que tendrás que despedirte de todo lo que has atesorado en este mundo, luego, ¿para qué sirve todo este frenético egoísmo en atesorar, incluso a costa de pasar por encima de cualquiera, tesoros que la polilla y la carcoma los roen?

Esa fue mi reflexión al terminar de hablar con una persona sobre el pasado de la vida. Sí, compartía que podía haber sido muy rico si hubiese comprado, en aquel tiempo podía hacerlo fácilmente, aquellos solares en aquella playa. Hoy disfrutaría de una posición económica envidiable, y viviría con todas las comodidades y placeres que se me antojaran.

Sin embargo, cuando me lamento de no haber aprovechado tal oportunidad, inmediatamente me digo, ¿qué hubiese sido de mi vida? La tentación del Maligno que está al acecho para atormentarme y desorientar mi camino, es pronto rechazada por la Gracia de Dios, al plantearme lo verdaderamente y más importante.

Porque la cuestión es encontrar, no los tesoros que la vida te ofrece, sino el verdadero y único tesoro que vale la pena perseguir, conseguir y atesorar. El Tesoro que nunca perece; el Tesoro que permanece para siempre; el Tesoro que te llena, ayer, hoy y mañana; el Tesoro que enciende tus esperanzas cada segundo, cada minuto, cada hora y día de tu vida.

Y esa es la respuesta. Gracias Señor porque hoy estoy delante de Ti. Porque Tú eres el Bien mejor de mi vida, y el Tesoro más hermoso y pleno al que aspiro. He escogido lo mejor. ¡Bendita la hora en la que no pensé en nada de eso! ¡Bendito los momentos que desviaron mi mente y apetencias hacia otros lugares e intereses! ¡Bendito al Ángel de mi guarda que me condujo por caminos de encuentro contigo, mi Dios y Señor! ¡Bendito la hora de entrar, aun de manera inconsciente, por esa puerta estrecha que Tú me propones!

Porque, ¿qué sería de mi vida sí ahora fuese rico pero me faltaras Tu? ¿Qué esperanzas tendría cuando mi vida tocase a su final? ¿Quién podrá llenar mi vida de alegría, esperanzas, vida eterna en plenitud que el final de esta vida me alegrase más que temiera? 

¡Gracias Señor, porque me has llevado a elegir la mejor opción, elegirte a Ti y tratar de, con tu Gracia, seguir tu Camino, tu Verdad y tu Vid!. Amén.

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