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domingo, 7 de febrero de 2010

¿REALMENTE TE QUIERO O TE NECESITO?


Nuestra vida y nuestra sociedad, mejor, el mundo, depende de nuestra propia relación de pareja, primero, y luego del entorno que, nuestra propia pareja, familia, crea alrededor de los frutos, los hijos, que conforman la comunidad familiar, puesto que la yuxtaposición de muchas parejas construyen los pueblos y ellos forman el habitáculo donde la vida de los seres humanos se desarrolla.

Es, por lo tanto, de incuestionable necesidad atender a la familia y protegerla, pues de ella va a depender el mundo que habitamos. Y esto es algo que no se puede discutir ni votar. No es cosa de minorías ni mayorías; ni de gustos o apetencias; ni de ideologías o simples caprichos del ego y de nuestra naturaleza hedonista. Simplemente, la familia es la primera célula de la sociedad y es lo primero que hay que atender con todo nuestro esfuerzo, dedicación y protección.

Y nuestro primer paso debe ir necesariamente en el camino de educarnos para educar, pues nadie puede dar lo que no tiene. En esta línea, si no estamos educados no podemos dar educación. Esto también está fuera de toda discusión, y la indispensable libertad del derecho de las familias de elegir y dar la educación que ellos creen conveniente. No da lugar a discusión, porque se cae de maduro que toda familia elegirá lo mejor para educar a sus hijos, y es de sentido común que lo mejor y más bello es educar en la verdad.

Por lo tanto, por simple razonamiento, creo que nadie pueda ponerlo en duda, la educación debe estar fundamentada en la verdad y no en ideologías partidistas o sectarias. Todo aquel que se precie de buen gusto buscará educar a sus hijos en la verdad, pues la mentira es falsa y de consecuencias trágicas para todos. Ahora, la pregunta brota como natural respuesta a lo que hemos concluido y determinado: Si de educar en la verdad se trata, ¿qué verdad seguimos?, o dicho de otro modo, ¿en qué verdad nos apoyamos?

Llegado a este punto, debemos clarificar y aunar criterios que nos clarifiquen el verdadero camino a seguir. Porque hay una sola verdad y un sólo camino. Y esto lo debemos tener muy claro, pues dos verdades descubrirían que una será falsa y otra verdadera. Igual ocurriría con los caminos. Igual que hay una sola madre, también hay una sola verdad. Por lo tanto, el problema, sigue en la actualidad, estriba en discernir cuál es la verdad y, si hay voluntad política, seguirla y aplicarla en la vivencia de nuestra vida.

Y para todo esto se hace imprescindible conocernos y sabernos capaces de dominar nuestras emociones y sentimientos. Porque dependiendo de saberme un ser humano capaz de ser libre para realizar el bien, en eso consiste la libertad, estaré en disposición de salvaguardar mi pareja, mi familia, mi pueblo, la sociedad, el mundo...

Sólo pensar lo que pensaríamos, valga la redundancia, de oír a un cónyuge decir. " te quiero hasta que engordes", o todo lo que ustedes puedan imaginar... bastaría para abrir un abismo profundo de reflexión y de interiorización sobre lo que está ocurriendo. Y es que ahí entra en juego el saber de nuestras emociones y sentimientos, y clarificar sus diferencias y no confundirlo con lo que realmente es el amor.

En una pareja que no tenga la suficiente confianza para saberse por encima de todas sus emociones, sentimientos, su diálogo será disperso, apoyado en medias verdades, desconfiado e inseguro, porque falta precisamente la seguridad de la que fluye la confianza. Debo de saber que el sentimiento de una madre, postrada junto al lecho de su hijo enfermo, no es querido, pero es aceptado y asumido con la responsabilidad y la entrega que da el amor.

Debo saber que las emoción que me producen un sentimiento de estética, de rutina, de diferente forma de pensar... debe estar sometida a la responsabilidad y a la voluntad del verdadero amor que supone responder a esa solidaridad responsable contraída. Lo contrario sería apetencias egoístas e interesadas... Lo contrario sería, no amor, utilizarte porque te necesito, pero no porque te quiero, o mejor, porque te quiero hasta... Hablamos de amores mediocres, incompletos, adulterados, falseados, y, ¿por qué no? amores apoyados en el eros, interés económico... por lo tanto, amores falsos.

No me cansaré de hacer referencias a mis reflexiones sobre la autotraición porque creo que son de vital importancia para la construcción de la pareja, y, por supuesto, para todo lo que de ella deriva. Modestamente, creo que todo lo que está pasando a nuestro alrededor tiene su principio en esta construcción humana que relaciona al hombre con la mujer. Porque va a depender de su primera piedra el futuro de su familia, y se se empieza a hacerlo sobre arena movedizas terminará por hundirse, y con ella todo lo que gire a su alrededor.

El aborto, el libertinaje, la esclavitud apoyada en la complacencia hedonista de satisfacer todas las apetencias y placeres de todo tipo. La voluntad desenfrenada de intereses materiales, de bienestar egoísta, de someter para tener y poseer, de ser por el tener, de primero yo y luego los demás, incluso sobre la familia, la falta de valores que dignifiquen y eleven a la persona... y todo lo que está ocurriendo en nuestro mundo, es el reflejo y consecuencia de todo lo reflexionado anteriormente.

¿Cómo y qué hacer para revertir esta situación? Creo que, siendo complicada por la fuerte corriente en la que estamos inmersos, la solución no está lejos de nuestro alcance a pesar de las dificultades. Depende de cada uno de nosotros. Primero buscando ser felices cada uno en nuestra propia familia, y facilitando al otro que pueda hace lo mismo.

No puedo hacer feliz a mí pareja, eso le corresponde a ella. Yo sólo puedo ayudarle a que sea mejor persona, y en esa medida, ella podrá ir alcanzando su propia felicidad. La felicidad la tenemos que buscar personalmente cada uno desde nuestras diferencias personales, porque no podremos nunca cambiarnos, sino comprendernos y ayudarnos a encontrar cada uno la verdadera verdad. Esforzándonos en eso iremos construyendo familias estables, responsables, esperanzadas en crecer y avanzar en busca de la felicidad, y, por supuesto, creando un mundo más en paz, justo, misericordioso y amoroso.

Y hay algo muy importante que no quisiera omitir. Se trata de la propia esencia del ser humano, estamos hechos para relacionarnos. Somos seres de relación, y eso significa que no vamos solos por la vida, sino que estamos enracimados y caminaremos, queramos o no, en racimos. Todos sabemos que cuando una uva se estropea, si no se corta estropea a las demás. Nuestra dependencia está condenada a la solidaridad, por eso, nuestro deseo más profundo es la solidaridad, el amor. La imagen que he escogido providencialmente ilustra muy bien lo que quiero expresar.

2 comentarios:

  1. Ciertamente la imagen dice mucho...

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  2. Con la imagen quiero dar a entender que a la presencia de DIOS no llegaremos solo. Nos salvamos en racimos y todo lo que no sea así puede ser engañoso.

    Sólo por amor y con el amor al prójimo podemos alcanzar la presencia de nuestro PADRE DIOS...

    Debemos tener mucho cuidado en caer en la confución de creerno y pretender un hilo directo solo con el SEÑOR al margen de los demás.

    Trato de trasmitir que puede ser diabolico el desear la eternidad desentendiéndonos del hombre que me rodea.

    Un abrazo en XTO.JESÚS.

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