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jueves, 22 de enero de 2009

El sentimiento de autotraición (III).


En los temas anteriores, la autotraición (I) y (II), (aquí) habíamos tratado el concepto de autotraición y las diferentes actitudes que podemos adoptar ante las personas. Ya sea las consideremos como "persona" o simplemente como un "Objeto". En este último, (II), estábamos ante la reacción experimentada por la actitud tomada por aquella persona frente al problema de la pareja en cuestión. Recordemos.

En las vivencias del avión tenemos dos situaciones en las que una persona está sentada en el avión junto a un asiento vacío, leyendo el periódico de forma ostensible y observando a los demás, que todavía buscan asientos en el avión. Eso es lo que sucedía en la superficie en cuanto al comportamiento de ambas personas. Sin embargo, ambos comportamientos denotan diferentes actitudes en uno y otro.

En el primero, el supuesto hombre, había menospreciado a los demás; ella, la mujer, en cambio, no. El hombre se sentía ansioso, tenso, irritado, amenazado y enojado, mientras que ella, la mujer, no parecía experimentar ninguna de esas emociones negativas. El hombre estaba allí sentado, culpabilizando a los demás que pudieran interesarse por el asiento donde había dejado su maletín; quizás alguno pareciera muy feliz, otro le mirase ceñudo, otro tuviera excesivo equipaje de mano, otro pareciese un parlanchín, y así sucesivamente.

La mujer, por su parte, no parece que culpabilizara a nadie sino que, al margen de que se sintiera feliz, ceñuda, cargada con equipaje de mano, parlanchina o no, comprendió que nosotros, la pareja, necesitábamos sentarnos en alguna parte. Y siendo así, ¿por qué el asiento que tenía vacío a su lado, y en este caso incluso su propio asiento, no era nuestro con tanto derecho como suyo? Allí donde yo sólo había visto amenazas, molestias y problemas, esa mujer simplemente vio a dos personas a las que les gustaría sentarse juntas.

Ahora, desde aquí podemos enjuiciar los problemas de Gaza, terrorismo, partidismos...etc. Podemos analizar el por qué de la falta de paz en el mundo y el por qué de todos los problemas que distorsionan la bondad con la que el mundo fue creado. ¿Es ese el concepto real de libertad y para lo que el hombre la utiliza? ¿O realmente la libertad es para emplearla en hacer el bien, tanto propio como común?

Llegado a este punto, fijémonos bien: ¿no es cierto que las personas que abordaron ambos aviones eran gentes con esperanzas, necesidades, preocupaciones y temores comparables y que todas ellas tenían más o menos la misma necesidad de sentarse? Pues si hemos contestado que sí, debemos suponer que ese supuesto hombre tenía un gran problema, puesto que no veía a la gente del avión de ese modo.


En aquel momento consideraba que, de algún modo, tenía más derecho o era superior a todos aquellos que buscaban un lugar donde sentarse y veía a los demás como inferiores a mí y menos merecedores que yo. Observemos ahora, mi visión, tanto de mí mismo como de los demás, se hallaba distorsionada respecto de lo que era la realidad, es decir, que todos nosotros éramos personas con más o menos la misma necesidad de sentarnos. Así pues, mi visión del mundo era una forma sistemáticamente incorrecta de ver a los demás y a mí mismo.

De algún modo, consideraba a los demás como menos de lo que eran, como objetos cuyas necesidades y deseos eran secundarios y menos legítimos que los míos. Era incapaz de ver problema alguno en lo que estaba haciendo. Me estaba autoengañando o, si lo prefieren, estaba dentro de la caja (lugar oscuro donde no me veo como soy ni veo la realidad tal cual es).

Por su parte, la mujer que nos ofreció su asiento vio la situación y nos vio a nosotros sin prejuicios. Vio a los demás como lo que eran, personas como ella misma, con necesidades y deseos similares a los suyos. Vio las cosas directamente, sin tapujos. Estaba fuera de la caja (estaba en la luz y la realidad= la Ley Natural).

Ahora, desde esta realidad, se puede afrontar todos los problemas que nos rodean y, sí los hombres son capaces de sentarse juntos y respetarse, ofrecerse sus asientos y tenerse en cuentas, comprenderse sus necesidades, preocupaciones, temores y esperanzas, el mundo irá cambiando hacia la concordia, el bienestar y la paz. Todo irá transformándose tal y como debió de ser siempre, pues así y para eso fue creado.

Paramos aquí por el momento y rumiamos toda esta perspectiva de vernos como personas u objetos en relación con los otros. Es importante saber cuándo me siento tratado como persona u objeto, y cuando trato yo a otro como persona u objeto. Si no lo hago nunca, puedo levantar la mano y tirar la piedra. Si en cambio, lo hago más veces de lo que pienso, debo alumbrar y clarificar como puedo ir mejorando. Si creo que es imposible, empezaré a pensar que no hay esperanza.

2 comentarios:

  1. Ya vi que ya pudiste poner vínculos!! me alegra mucho.

    Muy buenos tus post. Tienes razón, si pudiésemos todos hacer lo que aquí expones, no habría guerras, habría paz.

    Saludos afectuosos. Hilda

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  2. Ese es el camino y nuestra esperanza en el peregrinar. Mira,Hilda, veo muchos blogs que entran al trapo con los políticos e injusticias. Y eso está muy bien, pero lo más importante es empezar nosotros, mirando en nuestro entorno, si no estamos haciendo lo mismo que ellos. Y si estuviesemos en su lugar, ¿lo haríamos mejor?
    Creo que el mundo pasa porque tú y yo seamos mejores y levadura para que otros sean mejores. Lo que tú no hagas, yo no lo podré hacer. Caemos en la cuenta de que el mundo y su justicia depende de todos, pues empecemos a esforzarnos. Eso es lo que ICUE dijo en su reflexión: "primero tenemos que cambiar nosotros". Nada, o muy poco haremos en criticar y dar gritos, ¡que repito!, no está mal y creo que hace falta, pero si eso no va unido a nuestro ser y obrar, todo quedará en una falsa y seguirá siendo igual.
    Un abrazo.

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