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jueves, 27 de noviembre de 2008

Jerome Lejeune





"Al que viola las leyes naturales, solamente Dios puede perdonarlo verdaderamente; el hombre perdona a veces; la naturaleza no perdona jamás: ella no es una persona".

Corría el 26 de junio de 1926 en el pueblo Montrouge de Francia, cuando nació Jérôme Jean Louis Marie Lejeune. Es llamado el padre de la genética moderna, por el asombroso descubrimiento que hizo sobre el Síndrome de Down.


El había asistido a un congreso científico, donde Albert Levan había expuesto el número de cromosomas que tenía el ser humano. Reflexionando sobre el tema, Lejeune hizo una biopsia a uno de sus pacientes con síndrome de Down usando un equipo prestado y descubrió que en el cromosoma 21 estas personas presentan tres en lugar de dos cromosomas, lo que se llama trisomía.


También diagnosticó el primer caso del síndrome Cri du Chat. En 1962 fue designado como experto en genética humana en la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en 1964 fue nombrado Director del Centro nacional de Investigaciones Científicas de Francia y en el mismo año se crea para él en la Facultad de Medicina de la Sorbona la primera cátedra de Genética fundamental.

Se transformó así en candidato número uno al Premio Nobel. Aunque sus aportaciones como científico fueron enormes, lo que más llama la atención es su calidad como ser humano. Es de todos conocido, que Jerome Lejeune estaba postulado para ser Premio Nobel, pero tenía que abandonar su línea pro vida y anti aborto… Esto significaba que no debía oponerse al proyecto de ley de aborto eugenésico de Francia. A pesar de esto se opuso y fue mas allá pues llevó la causa pro vida a las Naciones Unidas.

Se refirió a la Organización Mundial de la Salud diciendo: “he aquí una institución para la salud que se ha transformado en una institución para la muerte”. Esa misma tarde escribe a su mujer y a su hija diciendo: “Hoy me he jugado mi Premio Nobel”. Y así fue, cayó en desgracia ante el mundo y la comunidad científica y el premio no le fue concebido. Fue acusado de querer imponer su fe católica en el ámbito de la ciencia. No faltaron miembros de la Iglesia que lo rechazaran. Le cortaron los fondos para sus investigaciones. De repente se convirtió en un rechazado.

El fundamento de la defensa que dio sobre la vida es que desde la fecundación, con a penas 1.5 mm de tamaño, ya existe un ser humano. “Cada uno de nosotros tiene un momento preciso en que comenzamos. Es el momento en que toda la necesaria y suficiente información genética es recogida dentro de una célula, el huevo fertilizado, y este momento es el momento de la fertilización.

Sabemos que esta información esta escrita en un tipo de cinta a la que llamamos DNA... La vida esta escrita en un lenguaje fantásticamente miniaturizado” Por ello, también se opuso férreamente al término que muchos pro abortistas comenzaron a utilizar: pre embrión.

Horas antes de que Juan Pablo II sufriera el atentado que casi lo mata en la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981, se había reunido Jerome con el para discutir asuntos de genética y la ética. Era amigo personal del difunto Papa.

Como parte de su legado, creó una fundación para tratar el Síndrome de Down y otras enfermedades genéticas mentales que ha atendido a miles de personas con esta enfermedad, dándoles tratamiento físico y psicológico, orientándolos para tener una calidad de vida mayor y para que aprovechen las capacidades que SI tienen.


Por otro lado, su función de investigación para avanzar en temas de enfermedades genéticas es reconocida a nivel internacional. Así que por un lado el tratar y convivir con pacientes y por otro investigar sobre las enfermedades que sufren resulta ser una sinergia explosiva y de gran utilidad. Su reto es que algún día pueda ser curable la trisomía o Síndrome de Down. “Encontraremos una solución, es imposible no encontrar una. El esfuerzo intelectual necesario es mucho menor que el requerido para llevar al hombre a la luna”, Lejeune.

Juan Pablo II reconoció la excelencia del Dr. Lejeune nombrándolo Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el 26 de febrero de 1994, pero murió el 3 de abril del mismo año, un Domingo de Pascua. Con motivo de su muerte, Juan Pablo II escribió al Cardenal Lustinger de París diciendo:

“En su condición de científico y biólogo era una apasionado de la vida. Llegó a ser el más grande defensor de la vida, especialmente de la vida de los por nacer, tan amenazada en la sociedad contemporánea, de modo que se puede pensar en que es una amenaza programada. Lejeune asumió plenamente la particular responsabilidad del científico, dispuesto a ser signo de contradicción, sin hacer caso a las presiones de la sociedad permisiva y al ostracismo del que era víctima”.

Con base en estos hechos contundentes de su vida, en la XIII Asamblea General de la Pontificia Academia para la vida que se llevó a cabo el 25 de febrero pasado, se anunció la apertura de la causa de beatificación de Jerome Lejeune. Es muy significativo, que el proceso comience justo en plena campaña electoral francesa, dado el empeño del Papa Benedicto XVI de recristianizar Europa, es congruente al proponer como modelo de vida a Francia y a Europa entera a un europeo destacado, renombrado y modelo de cristiano y de laico.

En estos días en que México está viviendo con particular intensidad el debate sobre el tema de la vida, es importante recordar a quien fue el padre de la genética y uno de los grandes científicos del Siglo XX. Hoy sus palabras, su contundencia al demostrar que existe vida humana en el preciso momento de la concepción deben alumbrar el camino para tomar la mejor decisión en torno a la legislación en México.

Que no quede duda, el padre de la genética afirma contundente e inequívocamente dadas las evidencias, que abortar es quitarle la vida a un ser humano, dicho en palabras más claras, es matar. Éticamente es lo mismo matar a un ser humano de 1 día, de 5 años o de 99 años… es una VIDA HUMANA.

¿Qué puedo decir? Sólo pedir, junto, con todos los que lean este testimonio de vida al servicio y defensa de la vida, que el SEÑOR los tenga en su Gloria y desde allí interceda para que no se mate mas niños inocentes. Pidamos su intersección, junto a Jaun Pablo II, para que el SEÑOR ilumine a los responsables de estas decisiones. Cambiemos con nuestro voto la vida por la muerte.

2 comentarios:

  1. El Señor escuche nuestros ruegos en favor de la vida intrauterina.
    NO AL ABORTO.

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  2. Insistamos al PADRE para que ilumine, sobre todo, a las madres. Recuerdo en este momento un comentario que mi hijo, el menor, decía graciosamente a su madre refiriéndose al vientre: ¿como está mi hotelito donde estuve nueve meses?
    Que las madres comprendan que sólo son el medio por el que nace la vida.

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