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martes, 8 de julio de 2008

LA PARÁBOLA DEL SAMARITANO






Todo suele terminar cuando lo solicitado nos implica el bolsillo. No nos importa hacer algo por otro cuando eso que hacemos no nos exige complicarnos nuestro tiempo; cuando eso que hacemos no significa gran molestia o problema; cuando eso que hacemos no nos compromete demasiado, ni nos altera un cambio de proyecto o intereses. En resumen, que normalmente uno se compromete cuando no le supone mucho esfuerzo y nulo dispendio económico.

Sin embargo, las personas llevamos dentro la llama del amor, porque, queramos o no, hemos sido creados por DIOS, nuestro PADRE, y a su imagen y semejanza. Luego, si DIOS es amor, nosotros, sus criaturas tendremos mucho de amor. Y eso se nota. Se nota en detalles como el que me contó una persona al llegar al Hospital General de Arrecife y ponerse en la cola de admisión. Uno de los de la oficina, al percatarse de su estado, aparentemente sufrido, se levantó y le ofreció una silla de rueda mostrándose interesado en su aparente sufrimiento y en aliviarle el mismo.

Son alertas que nos interrelacionan y nos enciende la llama del amor que llevamos dentro. Es el misterio de la vida: a pesar de tanta mentira y malicia, el hombre tiende a convivir en paz, amor y justicia. Y esos detalles te reconfortan, te llenan de gozo y de bienestar. Sus efecto no pasan desapercibido, pues la luz está para ser vista y todo acto de amor siempre será visto, aunque de inmediato no nos apercibamos de ello.

Quisiera decirle a la persona en cuestión, por medio de ese amigo que me lo dijo, el inmenso bien que le hizo. Me contaba los efectos que sintió de inmediato: bienestar, menos dolor, alegría, sentirse querido y bien tratado...etc. No podemos imaginarnos que el buen trato, la consideración atenta, el tener en cuenta al otro, no como algo que está enfrente de mí, sino como una persona de mi misma condición e hija de DIOS, lo más grandioso, son medicinas curativas extraordinaria, pues el amor lo puede todo y lo cura todo.

Igual vivencia tengo la que he oído de un doctor que se desvive por el buen trato y la atención a sus pacientes. Y es algo que, me decía el amigo, que he comprobado por mí mismo, pues cuantas veces he ido a su consulta, he salido maravillado y sorprendido por su delicadeza, su interés por mi persona y mi salud. Y no sólo eso, afirmaba entusiasmado el amigo, sino que su labor continua más allá del problema médico. Se preocupa integramente por todos tus problemas: familiares, económicos, sociales... etc. una preocupación integral: cuerpo y alma, porque tanto la una como la otra inciden en la salud. Un buen médico se cuida de ambas, porque ambas son necesarias para que la persona tenga el equilibrio necesario para estar saludable.

Después de escuchar y ver en viñetas la historia de la parábola del buen Samaritano, he llegado a la conclusión que la historia no pertenece a otros tiempos, sino que es vigente y actual. Cada día continúa repitiéndose en innumerables lugares del universo. Hay muchos samaritanos por este mundo de DIOS que por amor son capaces de entregar parte de su tiempo, su dinero y su preocupación por ayudar y construir un mundo mejor.

Sin embargo, quiero hacer una matización: no sólo es importante dar, porque amar es reflejo de algo que nos ha sido dado y que, por nosotros mismos, no seríamos capaces de entregar. El amor es reflejo de DIOS y sólo con ÉL, en ÉL y por ÉL seremos capaces de darnos sin pedir nada a cambio y de forma gratuita. Si no es así corremos el peligro de, al no hacerlo por DIOS, nuestra referencia, hacerlo aunque no lo apercibamos por nosotros mismos. No podemos servir a dos señores a la vez: a DIOS o a nosotros mismos.

Y finalizo deseando que nuestro mundo cada día sea más prolifero en samaritanos que, olvidándose por un momento de si mismo, se den a los otros por amor y justicia llenando de paz y concordia todo el universo. Podemos imaginar que mundo encontraríamos donde reinaran estas actitudes empapadas del amor del PADRE del Cielo. No hay ningún programa que pueda calmar la plena felicidad del hombre que no sea este.

2 comentarios:

  1. Tus blogs son tremendamente pedagógicos. Me alegro que nos hayamos conocido en este mundo virtual. Cuidate. Bendiciones.

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  2. Hola Padre Cristian,¡gracias a DIOS! No sabes la alegría que medas. Ayer mismo me decía, ¡pero ese cura no me constesta, ni me dice nada!
    Tu comentario lo recibo como un rayo de ánimo y fortaleza del ESPÍRITU SANTO. Nos hace falta en el camino saber que nos ayudamos y nos reconfortamos unos con otros. El descubrimiento del blog me está ayudando mucho y nos da unas posibilidades enormes para evangelizar. Ya te comentare más cosas, porque no quiero extenderme. Un abrazo en CRISTO para toda tu párroquia.

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